ASHWAGANDHA Y REDES

Hoy un amigo me pasó un artículo interesantísimo sobre redes sociales. Hablaba del cansancio generalizado que tenemos todos con tanto contenido producido, bonito, medido, monetizable y lleno de KPIs.
A tomar por saco la espontaneidad, ser genuino, compartir porque sí.

Aquí te lo dejo:

https://elpais.com/icon/2025-08-05/lo-cotidiano-ya-no-tiene-espacio-por-que-tus-amigos-ya-no-escriben-nada-personal-en-redes-sociales.html

Lo leía mientras almorzaba un buen tazón de caldo de huesos con ibuprofeno.  Una mezcla extraña entre huesos fuertes y dolor de cabeza postresaca.
El clásico combo: “voy a desintoxicarme” + “migraña etílica del finde”.
Joder. A las puertas de los 54… ya no se puede casi nada.

bhagg! Ibuprofeno va…

Sin ir más lejos, esta mañana he confundido la pastilla de la terapia hormonal con una sacarina, y la he echado al café con leche.
He pensado: “fucking sacarina, ¿por qué no te deshaces?”. Y la he machacado a traición con la cuchara.
Luego ha llegado la obviedad. Mi marido me ha mirado como si me hubiera vuelto loca (que creo que voy en camino), y le he dicho:
“me tomo el café, entra diluida, yo creo que incluso mejor”.

Pastilla diluida y pa’lante.

Después de recoger la cocina —porque una puede tener alma de influencer, pero también es señora de su casa y no le gusta ver migas por el poyete— me he lanzado a bucear por redes.

Lo de siempre:
Anuncio. Anuncio. Anuncio. Meme. Por fin, una conocida ¡Mercè! ¡Qué guapa estás!
Gatito. Otro anuncio. ¿Pero dónde está la gente que me interesa?
No teníamos bastante con el algoritmo, que ahí está la IA, colándose por todas partes como esa invitada que trae alguien a la fiesta sin avisar.

Entre eso, las veces que cojo el móvil y no sé para qué, las que lo pierdo por casa, y la letra de Instagram que ya me obliga a estirar el brazo como una abuela…
¡Ay, virgencita! Lo que cuesta ir en el último vagón de la era digital.

Pero he terminado de leer el artículo, y me ha venido una idea, así, a lo loco:

¿Y si vuelvo a escribir por aquí? Sin avisar. Sin anunciarlo. Sin medir el alcance.  Solo porque me da la gana. En un acto de rebeldía silenciosa, sin esperar nada a cambio.

Solo porque tengo alma de storyteller, aunque el cuerpo me pida siesta.

Será porque voy bien de ashwagandha, porque hoy he empezado yoga por tercera vez (historia de todos mis chakras, volumen 3) o porque en mi To Do list de hoy hay una nueva prioridad: bajar revoluciones… Aporrear el teclado me parece liberador.

Así que aquí estoy. Escribiendo. En silencio. En paz.
Como cuando hacíamos cosas solo por el placer de hacerlas.
Sin KPI. Sin filtro. Sin avisarte. Así, si me encuentras, que no sea por un hashtag.

La Jones de siempre (o no).

4 thoughts on “ASHWAGANDHA Y REDES

  1. Por supuesto!!! yo también me pondré a tope de chakras, ashwaganda, hormonas y lo que haga falta, que a todos nos viene bien un poco de tu rebeldía amable

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