Soy adoptada. Vale, no tengo pruebas concluyentes pero si muchas sospechas.
Mi padre solía bromear con el tema demasiado muy a menudo cuando era pequeña y esta fijación quedo en mi mente forever and ever. Solía decirle a mi madre: “¿Te acuerdas cuando la recogimos de aquel tipo que la llevaba en un carro y no se la podía quedar?”.
Sí, sí, suena absurdo y da que pensar que claramente es una broma graciosa pero entonces porque si hemos recibido la misma educación y enseñanzas en el hogar…
– Mi madre y mi hermana adoran cocinar y hacen unos pasteles de manzana buenísimos mientras yo deseo convertir mi cocina en un vestidor.
– Mi madre y mi hermana, cosen, hacen patchwork y son apañadas con la aguja, mientras si a mí se me cae un botón del blazer considero que es una señal para invertir en uno nuevo.
– Mi hermana tuvo una boda preciosa, en la que yo lloré a mansalva, pero en realidad no soporto las bodas y la idea de una boda propia me da un sarpullido.
– Doy gracias a mi hermana por regalarme una sobrina a la que adoro. Mientras la idea de tener hijos propios me parece más surrealista que lo de pasar las vacaciones en Marte.
– Porque ellas se sientan en el sofá y ven una película mientras que yo cuando llevo diez minutos ya empiezo a pensar que una mejor inversión del tiempo sería estar corriendo en la cinta del gimnasio.
Eso por no hablar de que físicamente mi hermana y yo nos damos un aire muy pero que muuuuy lejano. Ella es más alta y más rubia y claramente tenemos caracteres diferentes.
Con el tiempo, he aprendido a encajarlo, mis padres adoptivos me quieren mucho.
Me ven un poco como la “oveja negra” y yo diría que en alguna que otra ocasión se han arrepentido de la decisión pero en general estoy muy aceptada.
No obstante a veces las reuniones familiares son un poco surrealistas.
Mami: ¿Os gusta cómo ha quedado el pollo relleno?
Sister: Buenísimo mamá, ¿me pasarás la receta?
Mami: Claro, además es súper fácil. Pones el pollo, bla bla bla…, y al añadir la naranja, bla bla bla…
Sister: Ahhh, pues sí que es fácil y luego lo dejo 30 minutos…bla bla bla…
En esos momentos yo ya he desconectado y estoy pensando en cualquier otra cosa.
Mami: ¿te la paso a ti también?
Yo: No mama. A mí con que me hagas un par de tuppers me vale.
Claro así es difícil hacer unión familiar. O por el contrario si la conversación la comienzo yo:
Yo: Estoy haciendo los coros de Miss Saigón, me hace ilusión porque así además practico canto y…
Mami: ¿Pero no estabas haciendo teatro?
Yo: Si mama, de hecho es lo mismo. Bueno, no lo mismo, pero para el mismo grupo.
Sister: Te lías, te lías mucho y luego acabas muy agobiada.
Yo: Sí, igual sí, pero es que me gusta y disfruto y entonces…
Sister: Pero vas petada, tendrías que dejar algo…
Yo: Hombre, me coordino y llego, yo creo que sí…
Mami: ¿Y aquello de la barra que me explicaste?
Yo: Pole Dance, mama. Además no me he apuntado todavía, he hecho una clase de prueba para…
Mami: ¿Esa actividad no es muy guarra?
Sister: Vamos, lo que viene siendo restregarse por la barra…
Yo: A ver, no exactamente…
Incomprendida. De todas maneras tengo nuevas esperanzas, mi padre me enseño el otro día una foto de mi abuela paterna y somos “clavaditas”, misma frente mismo mentón y hasta –ejem- mismo carácter.
Igual todavía hay esperanza. Igual soy ese espermatozoide raro a los que todos hacían el vacío pero que llego el primero al ovulo. O esa rareza que se sucede cada dos generaciones y por eso soy diferente.
Mira, sabes qué, que prefiero ser adoptada a normalísima. #sernormalmeaburresobremanera.