Señoras y caballeras,
Hay que vender la furgoneta.
Que se dice pronto pero no es moco de pavo.
El caso es que nunca sabes por donde te va a venir la señal.
Y conforme pasa el tiempo tienes más claras algunas cosas.
Por ejemplo, el efecto COZUMEL. Que no fue otra cosa que una tremenda tormenta tropical que nos cayó en esa isla y que nos dejó mensaje y del que os hablé AQUÍ. Y que es el responsable de que no dude nunca de si ir a un sitio o no, yo voy y luego ya si eso… ¡que el arrepentimiento es muy malo!
Tira, tira, ¡que son cuatro gotitas de nada!
O por ejemplo ese dicho que dice que “las señoras mayores dicen todo lo que quieren”. ¡Pues claro que sí! Este dicho, que te suena rarísimo a según que edades, llega un momento que lo entiendes claro clarinete. Yo, sin ser, mayor, mayor, vamos a decir, ya digo lo que me sale del forro.
Total ¿Qué vas a perder? Que a este o aquel no les gustes. Pues claro. Es que a mí tampoco me gusta todo el mundo. Que liberación tú, lo de no tener que gustar, digo.
¿En serio que dijiste eso? Si, claro. ¡No sabes que caras!
Y lo de decir que no, y quedarte más ancha que pancha. Oh My God! Eso si que no tiene precio. ¿te apetece salir hoy? No. Así, a secas. En modo monosílabo. Sin explicaciones. Sin excusas. Sin guarnición. Sin acompañamientos #quedabien. No, porque no, óigamelo. Y punto.
No, pero que no, ¡NO!
Pues de los creadores de “El efecto Cozumel”, “Las señoras mayores y fetén dicen lo que quieren” y “Lo a gustico que te deja decir no”, llega: “VENDER LA FURGONETA”
Este flash me vino el otro día, viendo el biopic de Queen, que dicho sea de paso ya había visto en el cine, pero está claro que con las antenas menos afiladas.
Ese momentazo en que el grupo decide vender la furgoneta, que era su medio de desplazamiento, para poder pagar la producción de un disco, al que la discográfica ha dado negativa, me dejo flasheada nivel #atropellamecamión y remátame, si eso.
Ostia ¡si eso no es confiar que baje Dios, San Pedro y los Arcángeles que se encuentren por la zona, a verlo!
Si, si, chicos. Tranquilos. ¡Vendemos! ¡No vamos a necesitar furgoneta!
¡Vender la furgoneta, tú!
Porque mucho se habla de fluir, de confiar, de arriesgar, de enviar una señal al universo, de indicar que es lo que quieres…¿eh? Menos palabrería. Hay que vender la furgoneta como modo de expresar que confías en ti, en tu proyecto, en tus posibilidades.
Ahora que lo acabo de poner por escrito, lo reconozco, da un cague que lo flipas. Quitarte las zapatillas de la seguridad sin saber si por el camino va a haber muchas piedras, es de primero de valiente. Y en ese curso no anda todo el mundo matriculado.
Sí. Sí. Tío. ¡De verdad la han vendido!
Llegado este punto viene a visitarte el síndrome de la impostora. A darte dos collejas y a decirte ¿Dónde vas tu so pardilla? Y es que creerte caballo ganador… o te viene de serie ( y aquí aplicaría lo de porque lo llamas suerte cuando quieres decir posición: léase unos padres ahí, aguantándote, por si das traspié) o te curras una autoestima que no te la araña ni Lobezno.
En fin. Sera la edad o la inconsciencia pero…
Señoras, ¡tengo planes! Y pasan por vender la furgoneta. Ahora a gestionar el cague.
Solo espero que me salga igual que a Queen o me veo yendo a pie a todos lados. Que en otro orden de cosas, al menos bajaría culo… ¡todo ventajas!
aissss cuenta cuenta, te vas a tirar a la pisci sin water?? dime que si pero noooo jajjaja. …
Pues da miedo, pero tendríamos que pensar en ponerla a la venta. Ya nos dirá Jones cómo le ha ido.
Sigo teniendola a la venta… jajajajaja.