Entendí el significado de esta expresión el día que me hice buceadora. Estaba en una calita de la costa Brava, se me cayó una aleta, la pise y me caí con todo el equipo puesto.
Y eso si que es caerse con todo el equipo, os lo aseguro.
El rodillazo ya de por si no te lo quita nadie, la grifería se te clava en la nuca y el respirador que va por libre coge velocidad y te da en las costillas. Como no reacciones rápido el peso de las botellas te tira para atrás y quedas cual cucaracha patas arriba.
Así que se trata de reaccionar rápido y reunir toda la dignidad posible para levantarse…que tus compañeros ya están en el agua.
La verdad es que debí ver desde el principio que este no era un deporte para mí, por tres razones básicas.
– El material pesa más que yo y no puedo manejarlo.
– Es un deporte para gente con cierta dosis de “tranquilidad”, vamos no apto para hiperactivas como yo que hiperventilamos a cada rato.
– No te permite hablar mientras lo practicas (y yo sin hablar reviento)
La historia fue que tras varios veranos de hacer snorkel en Cabo de Gata mi marido y yo nos vinimos arriba y dijimos aquello de: “Pues nos hacemos buceadores”. “Pues venga”. Y un mes de Junio cualquiera nos apuntamos al curso para sacarnos el “Open Water”.
El tocho que hay que leerse y las precauciones que hay que tener serían para pensárselo, pero como yo soy una inconsciente pues ¡alaaaa!. Otra cosa fueron las prácticas en la piscina. Meterte en el traje de neopreno requiere una habilidad con la cual claramente no he nacido, cada vez que lo intentaba me rompía todas las uñas y maldecía a toda la familia del instructor sin dejarme ningún miembro.
Y luego lo mal que lo pasaba en las practicas cuando llegaba lo de: “Quítate la máscara que no pasa nada, ya verás”- decía el profe. “Si majo, anda quítatela tu” – pensaba yo.
Bueno como que si no lo hacía no pasaba el examen un buen día me armé de valor – y me tomé un valium – y lo hice y así conseguí llegar hasta el mar.
Lo dicho, razón 1: las botellas pesan más que yo. NO tengo manera humana de colgármelas yo misma en la espalda, siempre andas a expensas de que un caballero andante te eche una mano. Pero es que hasta para moverlas de un lado a otro, te deslomas y quedas con las lumbares para el arrastre. Paso.
Las chicas autosuficientes como yo no pueden tolerar esto. #antesmedeslomoquepidoayuda
Razón 2: A ver, si, lo confieso, soy hiperactiva (feliz y no tratada) y siempre ando con cierta dosis de energía. Así que a la que estoy en el fondo, veo un pez y me despisto, se cruza otro pececillo y aleteo. Veo cosas me emociono y respiro fuerte. Total que me acabo el aire cómo si fuera un Gintonic de Hendricks: En 5 minutos.
Luego tengo que ir cual chupoptera mendigando aire a mis compañeros que me miran con cara de “¿otra vez te has acabado el aire?”. Y claro, no es plan. Así que siempre soy la primera en subir y me toca esperar a mis compañeros en el barco una eternidad para que luego encima siempre hayan visto algo interesante cuando yo ya no estaba en el agua. #elmalditopezglobo
Y tercera razón: No se puede hablar. Hombre, ¡por Dios! ¿Y a quien le cuento yo que me he cruzado con una tortuga? ¿O que la morena era tamaño gigante? Nada. Te miras con tu compañero e intentas que tu mirada a través de las gafas intente expresar las emociones: pero no funciona os lo digo yo.
Un día mi marido me miraba exasperado con cara de vete-tu-a-saber-que y yo hacía con las manos “¿Qué-qué?” y cuando ya vi que no nos entendíamos me gire y me di con una medusa en los morros. Y entendí el mensaje. Y mi cara también. #quechungasquesonlasmedusas
No obstante, que conste en acta, que llegue a sacarme hasta el Advanced. Lo que más gracia me hacía de este examen es que tienes que hacer una multiplicación en el fondo (¡a 35metros!) para ver si la nitrosis te ha afectado o no y yo la hice perfectamente. Para celebrarlo me autoaplaudí con tan mala suerte que me arranqué el respirador de la boca y de poco me descoyunto para pillarlo de nuevo y suspendo. Pero no. Aprobé.
Aún así, he colgado las botellas. Arrastrar mi cuerpo penosamente dentro del neopreno mientras me quedo sin uñas, mendigar ayuda para que alguien me ponga una mochila que pesa lo indecible, activar el modo pedigüeño: “un poco de aire, por favor”, para que al final el maldito pez globo decida pasar cuando yo me estoy comiendo los mocos en el barco: ha dejado de compensarme.
He decidido dedicarme a deportes menos arriesgados. He empezado boxeo. De momento me he llevado dos guantazos y una patada de mi compañera Carol. Es muy maja y no se lo tengo en cuenta… #aunqueamitambiensemepuedeescaparunapatada.
Al menos puedo con los guantes yo sola, no he de pedir nada a nadie y puedo hablar y hasta chillar si quiero.
¡Vivan los deportes de riesgo!
#descargadeadrenalina #mejorboxearquebucear #sinairenohayparaiso
(Nota: Ilustraciones realizadas por Anna Castro. Gracias!.)