Reviso la actualidad de hoy y me encuentro a mi adorada Maribel Verdú promocionando su nueva película “Sin hijos”. Me gusta- ¡no! -me-encanta Maribel. Es de las mías, llama al pan pan y al vino vino y al no quiero tener hijos por su nombre también.
Dicen que escribieron la película pensando en ella. Me parece bien. Es una tipa de rompe y rasga. Me alucina tanto su carácter férreo y su pisar con garbo que no sé si es bella o no, sólo sé que tiene aquello de lo que mucha rubia de Hollywood carece: carisma y personalidad.
La película la podían haber escrito para muchas, entre las que me encuentro, que no hemos desarrollado el instinto ni maternal ni nada que se le parezca y que somos felices y seguimos respirando sin echar nada de menos y sin resquicio de culpabilidad o remordimiento.
Nosotras no conocemos el famoso reloj de la maternidad, ni nos enternecemos delante de unos patucos ni nos emociona el llanto o berreo de esas criaturitas mofletudas ni sus mocos pegajosos. A nosotras lo que nos emociona es que a otras mujeres les emocione.
Ésa es la base del respeto. Si a ti te está bien: Bravo, bravísimo, me alegro muchísimo por ti. Ahora ya solo falta que tú también te alegres muchísimo por mí. Y aquí paz y después gloria y todo el mundo contento.
Oigo a la Verdú que se queja de que por 7283 vez le han preguntado si piensa tener hijos. “¿todavía con la misma monserga?” se pregunta ella. Tiene 45 años, los mismos que yo tendré en breve.
Señoras y señores, las posibilidades de que tengamos un ataque de ‘queremos enanos alrededor’ con estas edades, sin ser Ana Rosa Quintana, es más raro que ver a Paquirrin comiendo lechuga. Fin.
Leo a Verdú y recuerdo mi peregrinaje hasta que puse por bandera que ‘no era no’. Y más te vale. Cuando la decisión está tomada ya te pueden contar las madres maravillas de sus retoños que tu sonríes y sabes que ese campo no es para tu abono. Pero como dudes, ¡ayss como dudes! Eres carne de cañón de mamás a full.
Reconozco que cuando tenía 33-34 años, me lo plantee en serio. Trabajaba en una multinacional y comía con mis compañeras de trabajo en la cantina de la empresa. La conversación a diario corría entre mocos, guarderías, vacunas y extraescolares, hecho que aguantaba estoicamente dado que me encontraba en minoría. Lo que más me molestaba es que siempre acababa igual “¿Y tú? ¿Cuándo?”.
Una cosa es exponer tus motivos una vez – aunque ninguna mujer debería someter a otra a ese interrogatorio- y otra cosa es el día a día. Que pensaba yo… “si ayer miércoles no quería, hoy jueves tampoco, y de paso ya te avanzo de que es posible que mañana viernes aún no me sienta maternal. Basta, ¡por caridad!”.
Para ellas el instinto debe ser como un pastor alemán que te espera detrás de la puerta de tu casa te da una ‘mordidita’ que diría Ricky Martin y por arte de Birlibirloque, ¡et voilà! solo quieres dedicar tu vida a poner tu granito de arena en la repoblación de este nuestro planeta.
La señal definitiva llegó un mes que me fui de vacaciones con una falta. Era un manojo de nervios mientras cogía mi vuelo a Florencia. Y os aseguro que nunca me importó menos el arte que en aquel viaje: veía al David de Miguel Ángel y no se me movía una fibra.
Mi cabeza sólo pensaba en si llevaba vida interior o no. Recorrí los lavabos de media Toscana en mi desesperación por buscar un resquicio de mi regla. Me vino el último día. ¡Fue emocionante! Supe claro, clarinete, que yo había venido a esta vida a muchas cosas pero no a poner mi semillita.
Madres y padres del mundo que adoráis a vuestros retoños, hacer un acto de empatía e intentar entendernos.
Adoramos nuestra vida y no, no somos egoístas. La vida es una elección continua. Simplemente nosotros elegimos A y vosotros B. Ya está. Cada camino viene con sus pros y contras y hay que asumirlos. Lo malo es si cogiste la opción equivocada y andas arrepintiéndote y con desasosiego. Que no es mi caso.
Los Sin-hijos disfrutamos con otras cosas: actividades, viajes, cenas, proyectos…y la vida nos sonríe, igual que a los con-hijos ¿o alguien ve a Maribel Verdú triste?
Estoy cansada de que venga un con-hijos y me diga “Jo, pero qué bien vives” (y os aseguro que me pasa a menudo) y me dan ganas de contestarle: “Pues haber elegido susto, tú elegiste muerte”.
Se llama ‘apechugar’ ‘autorresponsabilidad’ ‘decisión propia’ ‘opciones’ ‘elecciones’ llámalo X, llámalo como quieras pero deja de tocarme la moral con tu monserga, si querías vivir como yo haber escogido mis opciones (y las renuncias que ello conlleva) y deja de llorarme.
Y hasta aquí puedo leer. Maribel estoy contigo.
En fin, de porqué los sin-hijos tenemos que andar justificándonos todo el tiempo…otro misterio de esos que tiene la vida y que mejor lo dejamos para Stephen Hawking.
Besos y Felicidad para todos. Con y sin retoños. That’s life, que diría Sinatra.