Esta claro que el titulo lo dice todo.
Que levante la mano quien no ha salido alguna vez (muchas veces) de la peluquería con la clara sensación de que el “es un peinado súper rompedor, reina, que te va a dar un look muy trendy” que te lanza el peluquero en cuestión se va a convertir al día siguiente en tu peor pesadilla y la de tu cepillo.
Tienes que encontrar una buena peluquería. Y sobre todo un buen peluquero. Que te quiera, que te entienda y que no te haga desgracias que luego te pasas meses pagando. Porque la realidad es que a mí el pelo me crece a velocidad de 1 nudo de crucero y si “te pasas” no queda otro remedio que esperar.
Hace 15 años que voy a la misma peluquería, así que sobran las palabras. Me llevo una buena amiga cuando yo tenía veintipocos y hasta la fecha sigo encantada.
A mí siempre me han gustado las peluquerías sinceras donde te dicen las cosas a la cara. Las verdades como puños y no lo que quieres oír. Esas que te dicen lo que te tienes que hacer y no las que te preguntan: “¿Qué te hago guapa?”. A ver…un momento…que el que curra en esto eres tú, majo.
Tenía 27 años, flequillo y el pelo tintado de rojo cuando aparecí por primera vez de la mano de mi amiga en aquella peluquería. Fran me miro y me dijo: “Tienes un pelo muy sano, en cuanto te quite estas dos escobas que tienes por flequillo y el rojo choni que traes, vas a estar guapísima”.
Lo recuerdo como uno de esos momentos-estado-de-shock. No sabía si venirme arriba pensando en los resultados prometidos o llorar amargamente por los años de pelirroja choni que ya cargaba a mi espalda.
Lo que me gusta de Fran es que puedo discutir, argumentar, defender el peinado que yo traigo en la cabeza, me deja hablar y hace casi como si me diera la razón, pero en realidad una vez acaba mi discurso empieza el suyo. Yo suelo hablar a una velocidad media de 400 palabras por minuto que no está nada mal y es lo suficiente para estresar al más pacífico. Fran habla a 800 palabras por minuto.
¿Os lo imagináis: “Claro, mira, porque lo que voy a hacerte es…bla, bla…y luego
el escalado…bla bla…bla…y entonces se desfila y queda como si…y el color de
pelo que te voy a dejar…fantástico porque entonces…bla bla…y quedaras rollo…bla bla…melena italiana…”.
Entenderéis que hay un momento en que mi mente pierde pie, la neurona me patina, el discurso se junta y ya no entiendo nada, así que me entrego a la tijera sin más dilación porque sé que el resultado va a ser bueno y si no lo es, siempre quedará la peluca verde que guarda en la recamara de la pelu.
Cada vez que recuerdo la de experimentos que me hice hasta llegar a esta peluquería…
– Raparme al 1 en un arrebato Britney Spears y estar fea hasta asustar por la calle durante meses (¿pero cómo te puede alguien dejar hacer esto?).
– Hacerme la permanente “Ricci” y parecer Ricitos de Oro con mi cara de pan incluida (por favor si tengo el pelo más lacio que Cleopatra).
– La vez que me puse demasiado rubia y parecía una Barbie artificial (que yo soy morena hasta la medula).
Nunca he podido entender esas peluquerías que te dicen “si” a todo. Me dan pánico.
Además como hace tantos años que voy a “mi” peluquería, ya coges confianza…dormir en la silla de lavado si llegas reventada, que te maquillen un poco el día que llegas con dos horas de sueño, comer con ellos en la zona de descanso si llegas con el tupper. Vamos, ¡que todos son ventajas!
Y luego cuando sales guapa y convencida del resultado, vas por la calle pisando fuerte. Te vas camino del metro y bajas las escaleras dando unos golpes de melena que ni el anuncio Pelo Pantene.
Porque el día que llevas un buen peinado es cómo cuando llevas zapatos nuevos: Eres la reina de la calle. Y que se aparte el mundo.
Este efecto te dura aproximadamente unas 3 horas, así que si tienes que hacerte fotos carnet o tienes la cita del millón, ese es tu gran momento. Aprovecha porque el efecto Cenicienta se desvanece y al día siguiente te miras al espejo y no te reconoces.
Cada pelo de tu cabello es más independiente que Ikea y tu melena parece la fiesta del desmelene.
¿A vosotras os pasa? Yo después de un corte de cabello paso un par de semanas en las que el cabello ha salido de su círculo de comfort y no sabe hacia dónde ir y salgo a la calle que parezco Helena Bohan Carter recién salida de la cama.
Eso sí reúno toda la dignidad que puedo cuando contesto: Estoy probando nuevos estilos.
Lo dicho chicas, haceros con una buena peluquería, un buen peluquero y un buen peinado y a dar golpes de melena, que en el fondo todas llevamos una leona dentro…y… ¡a lucir pelazo con garbo!
#noraparsealunobajoningunconcepto #tupeluquerotetienequequerer #desgraciascapilaresquecuestandearreglar