Sí, soy Fernando Alonso. Y no porque no tenga cuello, aunque es cierto que no tengo. No. No exagero, yo soy la típica que si me enrosco un fular al cuello parezco una tortuga ninja estirando la cabeza de su caparazón. Yo las gargantillas me las miro sólo de lejos. No es que no tenga cuello de cisne, es que no llego ni a pato.
#EsoQueDecísQueseLlamaCuello¿DóndeDeberíaestar?
Yo soy de las que baja la radio para incorporarse a la autopista, de las que tengo que anotar la calle donde he dejado el coche, tengo que hacer una foto para saber el número de parking donde dejo el utilitario, y en los parkings públicos paso hilera a hilera apretando con fuerza el botón de la llave hasta que unas luces me saludan.
Soy la típica que cuando el GPS dice “diríjase hacia el noreste”, no tengo ni idea de hacia dónde debo tirar y mucho menos cuando dice “salga de la rotonda por el ramal”, ¿qué quiere decir eso? ¿qué es un ramal? ¿un conjunto de ramas?
Soy la que aun cuando el cacharro me dice “su destino está a la derecha” si no tengo parking en la puerta y he de dar dos vueltas, vuelvo a perderme. Yo, que vivo en Barcelona y cuando alguien me pregunta: “Pero… ¿dirección mar o montaña?” sólo puedo pensar en un combinado de langostinos y pollo. Pues a pesar de todo esto: hay gente que me supera.
#YoTambiénLaBajoCuandoMeIncorporoAlaAutopista
El caso es que, además de lo que ya venía haciendo hasta ahora, me comprometí a acompañar a un amigo a hacer unas visitas comerciales a hoteles. Pero como finalmente él no pudo acompañarme, salí con un compañero junior que hace poco que se ha incorporado a la empresa.
Sólo subir al coche me confesó que no era muy hábil en orientación, que lo de aparcar lo llevaba regular y lo del GPS aún peor. También me dijo que el cacharro era heredado de su cuñado y que más que caballos tenía dos ponys medianos y tira-que-te-va.
Cada vez que nos teníamos que incorporar a una carretera o cambiar de carril…yo me imaginaba a dos ponys de pelo multicolor dándolo todo.El ruido era insoportable, el reprise igual a cero. Y encima entrábamos rascando segunda.
Yo pensaba ¡ayss! ¡ayss! Y mi mente recuperaba aquellos problemas de matemáticas que hacíamos en la EGB de ‘Si un coche sale de Bilbao a 80 kms/h y el otro en dirección contraria sale…’. Pues eso, que a la velocidad en que nos incorporábamos estaba segura que íbamos a acabar chocando con algún coche proveniente de Salamanca cuyo conductor aún se estaba acabando el café con leche. Un show.
Me dolía la muñeca de agarrar con fuerza la maneta de seguridad. Íbamos con media hora de retraso cuando decidió no hacer caso del GPS porque ‘no le sonaba’ y cogimos la salida equivocada. Visitamos tres pueblos de dos municipios diferentes antes de conseguir – ponys mediante – volver a incorporarnos a la autopista.
Por fin, llegamos. Más de una hora tarde. El coche aparcado en mitad de la calle. ¡Que es doble dirección! – le dije yo. Y él, tan tranquilo, me contestó: “Aparca tú, anda, y así yo ya voy ganando tiempo”. ¿Cómo se gana tiempo cuando el retraso supera los 60 minutos? Un misterio. Los ponys y yo a solas encontramos un hueco y bajé aliviada.
Feliz de haber llegado, aunque con el corazón en la mano, nos pusimos manos a la obra e hicimos un gran trabajo – momento sin-abuela – mano a mano. El tiempo pasó volando y ¡oh no! ¡hora de regresar!
Cuando nos pusimos en marcha el GPS no cogía señal y los coches del semáforo nos pitaban, así que fuimos bajando en dirección mar – y lo digo con seguridad, porque se veía la playa – en ruta hacia ninguna parte mientras yo intentaba que todos los aparatos nos ayudaran.
#DiosMioQueSeríaDeNosotrosSinElGPS
¡Por fin! Cuando se conectó nuestra amiga señalizadora que vive dentro del GPS nos informó de que íbamos en dirección contraria. Dimos la vuelta. Nos pasamos la incorporación. Los ponys agonizaban y yo ya rechinaba los dientes.
Finalmente, aún no sé cómo, llegamos a casa sanos y salvos, supongo que porque nuestro Ángel de la Guarda estaba en su puesto de trabajo ese día. Suspiro. Suspiro largo de alivio.
“¿Qué? ¿Cómo ha ido?” – me grita mi amigo desde la puerta. Sin respuesta. Sólo mis ojos inyectados en sangre.
La verdad es que siempre que me habían ofrecido un trabajo de comercial, me agobiaba un poco el tema de no tener precisamente una orientación brillante y un sentido de la dirección adecuado.
Pensaba que alguien que cree que los coches deberían llevar espejo interior de aumento para ponerte rímel en los semáforos y porta maquillaje no era persona para hacer kilómetros. Pero mira, a veces conoces gente y te pasan cosas sólo para abrirte los ojos.
Después de ese día me creo FERNANDO ALONSO: Soy la reina de la carretera.
MI GPS, mis caballos y yo y… ¡dame pista!
#YoNoSoyGente #YVosotrosTampoco #JonesAlVolanteModoFernandoAlonso