Me han hecho jefa. Sin comerlo ni beberlo. Sin quererlo ni pedirlo. Sin esperarlo ni desearlo. No hay nada como trabajar bien. Si es que tenía que haber tomado más cafés y haber hecho más pasillo. ¡Pero no! Una es eficiente y punto.

Lo llevo como puedo. Como se lleva un traje dos tallas grande. De momento arrastrando los bajos y perdiendo los pantalones.

Es como todo: Cada trabajo es un traje a medida. Hay que meterle dobladillo, ajustar cintura y ponerle un par de pinzas en la americana. Una vez la manga coge el doblez de tu codo, todo empieza a mejorar. El traje/trabajo empieza a adaptarse a ti o tú a él, como quiera verse.

Menos mal que una de mis grandes aficiones es visitar mundo, Facundo. Con este nuevo cargo se me multiplican las misiones comerciales, que vendrían siendo como un viaje en cohete. Aterrizas en el planeta de turno y ves si hay vida, estudias cómo respiran y rezas porque te haya tocado un maestro de ceremonias digno.

Los aterrizajes son duros.

A veces tienes que realizar las visitas en un coche que tiene más de 40 años, cómo en Marruecos, pero duermes como una princesa en una habitación tan maravillosa que crees que va a aparecer Aladino en cualquier momento y te va a llevar a tomar un gin tonic en su alfombra mágica.

Otras vas de una visita a otra en un súper Mercedes con un servicio espectacular y sintiéndote absolutamente VIP y acabas durmiendo en un chamizo, como en mi último viaje en Francia.

4 am. Levantarse en plena noche. Encender los semáforos y ponerte en dirección aeropuerto.

7 am. Vuelo a París, que en ese momento ni te parece la ciudad de la luz, ¡ni ostias!

9 am. Llegada a destino. Croissant au beurre. 900 kilómetros entre pecho y espalda. Se te va el día en dos visitas.

9 pm (o nuestras 21h): Llegada a hotelín en pueblín que no lo conoce ni su madre.

“La clé pour le madamme” – me dice aquella señora.

Menos mal que era una llave normal si llega a ser una llave inglesa se la come aquella noche.

Llamar habitación a aquel cuartucho necesita de una generosidad digna de “Comerciales sin Fronteras”, ONG a la cual aún no pertenezco.

Abrí la puerta y se me cayeron los huevos al suelo. Rebotaron 3 veces como si Magic Jordan fuera a hacer un mate con ellos antes de que pudiera reaccionar y recoger la mandíbula.

Aquello parecía el escenario de una novela de Agatha Christie. Estoy segura que si hubiera sido ella la que hubiera abierto la puerta hubiera escrito algo así como:

“…allí se encontraba la prostituta muerta. Su cuerpo tan maltrecho como aquel cuarto. Restos de semen en el teléfono descolgado, mientras su sujetador daba vueltas unido a la mugre del ventilador”. Para flipar, os lo juro.

Un tonito amarillo macilento por toda la habitación. Millones de ácaros zapateando más que Rafael Amargo. Un teléfono góndola que se merecía un lugar en un museo vintage y un ventilador de sobremesa como el que tenía mi abuela cuando yo tenía 7 años.

El lavabo era un espacio incómodo de describir, la ducha un cubículo claustrofóbico con su cortina con los bajos manchados como se presta en un lugar así y la cisterna del WC en huelga, hacía pinta que desde hace muchas lunas.

• Cinco minutos y al comedor – me avisan.

Veo a mi hermana en línea en el wasap. Hago una foto de la habitación y se la envío en un intento de pedir consuelo. Me contesta de inmediato.

• Tú sabes que hay no estás sola, ¿verdad? – me dice

De puta madre. Melancólica abro la ventana y descubro una Notre Dame en miniatura, medio derruida y siniestra. BUAAAAAAAAAAH.

Bajo al comedor y me pido un filete muy muy hecho, por aquello de que el fuego mata a todo bicho viviente y me tomo dos copas de vino del tirón.

Me doy cuenta que sólo estando bastante “tajá” existe una remota posibilidad de dormir en ese antro.

Me intento comer el bistec-suela y me empino dos copas más, a pesar de que al día siguiente me he de levantar a las 5.30am y yo el alcohol lo gestiono mal.

La señora del hotel nos hace saber que a esas horas ella no se levanta a hacer desayunos así esté alojado el mismísimo Luis VX así que nos larga una bandeja con termo de café y un croissant envuelto.

A pesar de los copazos que me he metido, abro la habitación de nuevo y noto que me echaría a llorar. ¿Adónde han ido los efectos positivos del alcohol?

Dejo la bandeja con el desayuno a los pies de la cama y deambulo de un lado a otro de la habitación alargando el momento clave: he de meterme en esa cama.

5 am. No he pegado ojo ni de casualidad. Para mí la vida sin café es cómo “mi vida sin mí”, así que vuelco el termo de la noche anterior, el café está frío frío. Pruebo suerte con el croissant: no sé si definirlo como un boomerang o un arma de destrucción masiva: durísimo.

Me ducho. No funciona el secador. Suelo comprobarlo siempre antes pero con la “emoción” de la llegada se me pasó.

6 am. No he dormido. Ni desayunado. No llevo cafeína en el cuerpo. Llevo el pelo mojado. Me caigo por las esquinas.

Vuelve el Mercedes a por mí. Me acurruco en su maravilloso y acogedor asiento trasero y caigo dormida como una piedra. Quedan 300 kms más antes de la próxima visita. A ver si consigo componerme.

Está claro que en esta vida se puede tener todo pero no a la vez.

Después de este viaje creo que ya tengo el dobladillo del traje a mi medida.

Ya os iré contando mis próximos ajustes de vestuario: Prometen.

#quechuloesserjefa #cuantoseviaja #quemalseduermeaveces

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Por cierto tenéis POST en mi otro blog: CUIDATUIMAGEN

¡Os va a encantar!

SOMBRA AQUÍ, SOMBRA ALLÁ… MAQUILLATE, MAQUILLA-SEX