Justo el otro día habla con mis compañeros de teatro del tema de las manías, para llegar a una conclusión única. Lo importante no son tus manías, ésas son personales e intransferibles y las tienes más que asumidas.
Lo peor son las manías de tu compañero de piso, marido, novio, etc., porque ésas vienen impuestas y las manías de los otros son como la paja en el ojo ajeno, que las ves más que las tuyas.
Yo tengo unas cuantas, no lo voy a negar. De hecho, si lo pienso fríamente soy un poco maniaco compulsiva. Estoy segura que algunas hasta las compartís conmigo.
CERRAR EL GAS. Bueno, bueno, esto lo tengo que comprobar unas 23 veces antes de salir de casa. Y eso que yo los fogones los enciendo poco y cuando los apago acto seguido cierro el gas.
Aun así y sabiéndolo mi mente vuelve una y otra vez al lugar de los hechos: ¡Que sí! ¡Que está cerrado! Y aun así aunque visualmente lo veo tengo que tocarlo con la mano y decirme a mí misma: sí, sí closed forever and ever.
Mismo tema CON LA PLANCHA, pero éste adquiere otras dimensiones. Ya estoy en el ascensor cuando me cuestiono: ¿He desenchufado la plancha? Y aun sabiendo que sí, salgo, vuelvo a entrar en el piso para comprobar que e-fec-ti-va-men-te la plancha estaba ya fría y todo.
No contenta cojo el enchufe que cuelga y lo apoyo en la tabla de planchar mientras lo miro fijamente para que la imagen quede grabada en mi mente y pueda volver a salir por la puerta con la seguridad de que no voy a quemar el piso.
Ésa es otra, cuando llego al parking empiezo: ¿HE CERRADO LA PUERTA DEL PISO CON LLAVE?. Pues claro. ¿Seguro? Que sí. Es lo que tiene hacer las cosas por inercia absoluta, que no recuerdas si las has hecho. Arranco el coche y pienso: ¿Y si no la he cerrado?.
Salgo del coche, vuelvo a subir al piso para comprobar que claramente la puerta está cerrada a cal y canto. Aun así la abro y la vuelvo a cerrar para quedarme más tranquila. Y repito la operación una vez más. Buff.
Ya que estoy arriba en el piso mi mente me dice que mejor VOY UN MOMENTO A HACER PIS por si encuentro caravana por el camino.
No hay papel. Me da tanta rabia… Y menos mal que me he dado cuenta antes y no después. Me dirijo directamente al lavabo de mi marido y le cojo su rollo. Él dice que robo, yo lo llamo gestión de recursos. Y por fin salgo.
Ostia. ¿HE TIRADO DE LA CADENA? Sí, claro. Lo hago siempre. ¿Y si me he olvidado? Mira que el olor a pipi rancio tiene que ser terrible y ya no vuelvo hasta la tarde.
Vale, voy, es tardísimo, así que vayamos al grano. Entro al lavabo, abro la tapa y efectivamente el famoso líquido amarillo ya está tubería abajo camino de vaya-usted-a-saber.
De paso vuelvo a mirar la plancha y compruebo el gas. Salgo, cierro la puerta, compruebo dos veces que está cerrada y vuelvo al coche.
Arranco. ESTOY EN RESERVA y es muy tarde. Pienso mentalmente cuántos kilómetros aguanta un coche en reserva. Dudo.
Tengo la terrible manía de apurar el deposito, no veo nunca la hora de ir a la gasolinera. Pero tengo que ir. Es de una obviedad máxima en estos momentos que hoy llego tarde sí o sí.
Pero pongo gasolina y de paso me compro unas gominolas. Sí, tengo esa manía, me aburre tanto poner gasolina que me compro unas chuches que me como mientras reposto.
Llego al polígono y aparco. Llamo por el interfono a oficinas, me abren y entro. ¿HE CERRADO EL COCHE?.
Salgo de nuevo, miro mi coche fijamente y doy al botón de cerrar de la llave. Las luces de “cerrado” de mi coche me confirman que efectivamente todo esta OK. Por si acaso le doy a abrir y cerrar un par de veces creando un efecto discoteca con las luces del coche y por fin consigo llegar al ascensor.
Son las 7.10 un día más. Tengo que controlar mis manías que dificultan mi puntualidad.
Os imaginaréis que salir conmigo de casa no es tarea fácil. Mi marido desespera con mis ‘comprobaciones’, como dice él. Pero a mí no me molestan, las tengo asumidas y las repito día tras día con resignación.
A mí las que me molestan son las suyas:
Tengo una teoría para esto y es que alguien ha inculcado a los hombres que la tapa está electrificada y por eso no la tocan.
La cafetera no se friega: Platos, vasos, cucharas…y a la pobre cafetera ¡no le toca nunca!
Esos ‘pelitos’ tapizando el lavamanos después del afeitado.
Esas toallitas húmedas que no se cierran y consecuentemente se seca todo el paquete.
Esas deportivas del 47 en plena entrada del comedor colocadas estratégicamente en modo gymkana, que tienes que saltar en modo obstáculo o darte de bruces.
A mí me da por pensar que las manías forman parte de nosotros al igual que el carácter y que entender y empatizar con las manías del otro fortalece el vínculo de la convivencia. Si fuéramos perfectos seríamos aburridos.
Y es que estoy segura que haríamos entre tod@s una lista interminable, así pues…
¿Me contáis una manía vuestra?
Poner la bolsa de la basura en el cubo no es igual a meter una bolsa dentro del cubo de la basura… una manía mía que parece ser demasiado pedir… ;-P
Poner y meter = no es lo mismo. Esto merece de una explicación digna al susodicho sujeto, al cual me parece que conozco…
Mirar el reloj nosecuantasvecesaldía para acabar no sabiendo la hora y tener que volverlo a mirar otrastantasveces.
Cierto, muy cierto. A mi también me pasa. Dios Mio, ¿que hora es? Mirar el reloj y a los dos minutos, pensar. ¿que hora es? Y no recordar lo más mínimo la hora vista en el reloj. Terrible. :-O