Me llamo Jones y soy adicta a WALLAPOP

“Buenos días, me llamo Jones y soy adicta a Wallapop, aunque me estoy quitando”.

Sí, chicas me he apuntado a un grupo de desintoxicación de compra compulsiva en Wallapop, aunque de momento aún lo llevo mal regular. El tema es duro. El pulgar va solo y mi mente echa de menos la bandeja de mensajes recibidos y las negociaciones posteriores.

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Yo, que soy de carácter comercial, adoro ese regateo tipo zoco entre comprador-vendedor y esas amistades que se consiguen a golpe de euro arriba, euro abajo. Y es que eso de tener a solo un clic todo aquello que se te antoja necesitas, es una gozada.

Yo no soy gente, Historias reales, mundo surrealista, Soy adict a wallapop, adiciones 3Yo no quería empezar, pero mi hermana me inició. Un día comiendo en casa de mis padres me dijo: ‘¿Conoces Wallapop?’

A lo que yo le dije un espontáneo ‘No’.

Noté una mirada extraña en ella como de yonqui que duda cuando te va a pasar la jeringuilla porque en el fondo le sabe mal ya que sabe que te inicia a un viaje sin retorno.

Y yo la miraba y le decía ‘¿qué? ¿qué?’. Es que no sé si explicártelo – dijo ella.

¿Hay algo que cause más deseo que aquello que no te quieren contar? No. Me lo instalé ipso facto y ese día ya eché un par de horas mirando la pantalla, porque encontrar buenas gangas requiere su tiempo y estrategia.

Wallapop es como un zoco marroquí lleno de paradas y paraditas. En muchas puedes encontrar lo mismo. En la mayoría el producto es cutre o de dudosa procedencia, pero también hay algunas cuevas de Ali-babá con verdaderos tesoros que hay que saber encontrar.

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Como la sensación física de tocar producto no existe, lo que vende son las fotos. Vamos, algo así como cuando compras los champiñones en lata en el súper y te llevas los que tienen la foto más bonita. O como cuando eliges un hotel porque en las fotos la habitación parece nueva.

Es decir, te la juegas en plan casino: todo al rojo o todo al negro. A veces gana la banca y los champiñones están podridos, la habitación de hotel con humedades y tu vestido con más pelotas que un campo de tenis después de pasar Rafa Nadal. #IamAloser

Pero a veces la banca pierde, tú ganas y te llega un vestido fabuloso que te sienta como un guante a precio de menú de mediodía. #IamAwinner

 #wallapopesasí

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Yo me vicié, porque me parecía más divertido que entrar al Zara. Es como un busca y rebusca en los montones del Primark, pero de rollito virtual, ideal para las que no tenemos tiempo.

Yo no soy gente, Historias reales, mundo surrealista, Soy adict a wallapop, adiciones 288¿40 minutos de tren? Pues aprovecho para comprarme unas sandalias de cuña.

¿A la hora del desayuno? Cae una falda monísima.

¿Que te avisa tu amiga de que va con retraso y tú ya estás en el sitio? Pues te pides una caña y te compras un bolso. #tanricamente 

¡He ido tantas veces a Correos este último mes que ya me saludan por el nombre!

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Y cuando la entrega es presencial, te regala unas experiencias que ríete tú del mejor Parque Temático.

Recuerdo la vez que compré una peluca y la chica me citó en un barrio inmundo en el que solo aparcar pensé ‘de aquí me voy sin coche’ y con Yo no soy gente, Historias reales, mundo surrealista, Soy adict a wallapop, adiciones 2970
las prisas que da el miedo en el cuerpo de perder el utilitario acabé con una peluca estilo Amy Winehouse a la que se le prevé poco uso.

O la vez que la compradora me dijo: ‘te dejo la camiseta en casa de mi madre’ y cuando entré aquello parecía el plató de ‘Cuéntame’ y pensé que iba a salir Imanol Arias en cualquier momento a hacerme la entrega.

La última fue una chica majísima que me pegó una chapa increíble con lo de que no conseguía dejar de fumar, en modo mejor-amiga-que-te-escucha-siempre, a los 2 minutos de conocerme. Es que el intercambio une mucho. #gentequetecuentasuvidaenelmomentouno

Vale! Sí! A veces compramos cosas inútiles por el placer de la cercanía o de la ganga en cuestión, pero con el tiempo vas afinando más y comprando menos yo-que-sé-pa-qué. #quevanapararauncajónipsofacto

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Lo de ahogar las penas en alcohol está pasado de moda. Y lo de ‘a las penas puñalás’ ni te cuento. Ahora las insatisfacciones no necesitan de Valium, sino de Smartphone potente. Mientras tus megas aguanten te quitas la depre a la par que renuevas el armario.

Compañeros de terapia, lo voy a confesar.

Yo ahora uso la aplicación para todo. ¿Que he tenido mal día? Pues a última hora me siento en el sofá y me hago un regalo de consolación. ¿Que estamos de subidón? Pues vamos a celebrarlo comprando alguna tontería que me estimule.

Es como el alcohol, bebes para celebrar o bebes para olvidar, pero bebes. Lo admito, se me ha ido de las manos, por eso estoy aquí. ¿Me entendéis, compañeros? ¿Hola? ¿Hola? ¿Compañeros?”

¡Todos mirando el teléfono! ¡Esto no es serio! Abandono el grupo.

Mira, y de paso llego a tiempo a recoger el bolso de leopardo que me entregan a dos esquinas.

Pero que conste que me estoy quitando, ¿eh? Solo que esto es lento.

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