El otro día salí de la playa y a mi lado se había colocado una familia con sus dos hijos acurrucados todos bajo el mismo parasol, recogiditos y todos comiendo fruta.
Claro está que debían ser ya las cuatro de la tarde y servidora, que estaba de desfase, aún no había comido y por lo visto hay quien ya andaba por el postre.
Miré a aquella familia y de pronto pensé en mi madre. Y en todos los veranos pasados en la playa de Tarragona en los que juntábamos dos parasoles y los uníamos con una toalla por detrás para procurarnos sombra y echar allí todo el día.
Mi abuelo enterrando la sandía en la orilla para que “se mantuviera fresquita” (que alguna que otra habíamos perdido para siempre), mi abuela leyendo el Lecturas y dando cabezadas, mi padre fumando Ducados y mi madre pelando melocotones.
Sabía que eran las cinco de la tarde porqué mi madre empezaba a pelar melocotones y me llamaba a grito pelao desde la orilla para que saliera a merendar. “¡Que tienes que comer fruta! ¡Que la playa deshidrata!”. Yo, que había esperado las dos horas de turno para reanudar el baño post comida, pues no estaba mucho por la labor de la merienda, la verdad.
A mí me flipa que con solo una mirada se desencadenaran todos estos pensamientos y recuerdos. Trastocá me quedé, que me mira mi marido y me dice: ‘Pero ¿te pasa algo?’. ‘No, no cosas mías’. Que se había destapado la caja de Pandora en mitad de los 80 y me estaba inundando la cabeza a todo trapo. Que hasta canciones de “Los Pecos” me llegaban.
Que digo yo que el cerebro debe ser una ristra de cajones organizados por décadas, por ejemplo, y claro tú una vez lo abre pues sale todo lo que hay dentro de ese cajón. Hay uno por eso que lo tengo cerrado con llave, que es el de los 90. ¡Madre!
Porque como se abra ese cajón y empiece a salir de cuando yo iba disfrazada de Madonna hasta a comprar el pan como si fuera lo más normal del mundo o cuando tuve un arrebato al más puro estilo Britney Spears y me rapé el pelo y después dormí durante 3 días porque quería creer que era un sueño e iba a despertar con mi melena ¡me da un telele! No. No. Hay cajones que mejor no abrir.
El caso es que mis abuelos ya no están, mi padre ya no fuma y mi madre se ha hecho instagramer. ¡viva la evolución! ¡Qué cosas tú!
Tener una madre instagramer tiene su miga ¡claro! Que donde antes te llamaba para ver que tal te había ido el día ahora me llama con una ristra de preguntas: que no me carga la foto, que como contesto a los comentarios en inglés, que ya tengo 70 likes por foto. Bueno, bueno, hasta eventos me la llevo ya. Va tan deprisa que ya está empezando a subir stories, le doy dos telediarios para que me pida el canal youtube.
Y claro que mi padre no entiende que vayamos fotografiando manualidades por casa. Que si “has liado a tu madre”, que si “eso como no hacía pocas cosas ya”.
En fin, sea como fuere que está empezando a despegar y veo que me va a pasar la mano en nada. Bueno, al menos la competencia queda en casa.
Feliz semana señores. Que estoy segura que muchos de vosotros ya estáis en la cuenta atrás para abrir el cajón de “vacaciones” y que salten por los aires los flotadores a la par que los tintos de verano.
¡Venga! ¡Que lo tenemos!
#YoNoSoyGente #YVosotrosTampoco #CuidadoConAbrirCajones
Qué buena tu madre Alicia, je je… En cuanto a lo de los cajones, hay algunos que mejor no abrirlos NUNCA!!!
hay cajones que como se abran, se nos inunda el cerebro de argamasa y nunca más volverá a ser el mismo, mejor dejarlo estar, juasss. Y que vivan las madres modernas y con cerebro que el de la mía va muy lento el pobre, claro que son 78 tacos, bastante que tiene insta y whatsapp y pinterest jaaaa.