CENICIENTA 3.0

Cenicienta, vaya nombre más cutre – me repito una y otra vez. El tema de poner ‘motes’ nunca me ha gustado. Es una forma como otra de etiquetar a la gente.

A mi padre le llamaban ‘El Llanero Solitario’.  De pequeña siempre pensé que era porqué lo consideraban un héroe – al igual que lo creía yo –  pero más tarde descubrí que solo era porque no ponía un pie en casa ni que le mataran. De profesión viajante, sí.  Y solitario. Aunque calmaba su soledad en faldas ajenas necesitadas también de un buen viaje.

Ahora lo llaman ‘el Joker’ porque pasea su sonrisa cuarteada e irónica vaya usted a saber por dónde. Cual vieja gloria se resiste a bajarse del escenario.

Pero cuando murió madre, él rápidamente le busco recambio. Se casó con una bruja egoísta y ególatra, cuya única ocupación es contarse las patas de gallo y gastar espejo.

Y aquí me hallo. Pringada con las tareas de casa y al servicio de dos hermanastras cuya máxima diversión es hacerme mobbing diario.

Lo de limpiar lo voy llevando regular, pero lo de que estas dos falsas, que se creen Barbies sólo porque se han puesto hasta arriba de silicona, vengan a cada rato a tocarme la moral, me pone muy nerviosa. Por la noche les hago vudú con una muñeca que me he hecho de bayetas viejas y estropajos roídos, pero mucho efecto no les hace, desafortunadamente. ¿Dónde está padre? Perdido, MUY perdido.

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Un día mi madrastra, que solo se dirige a mí para otorgarme nuevas tareas o insultarme sin miramientos, me reúne junto a las Barbies para anunciar lo que ella califica como el ‘eventazo’ del año. El príncipe del lugar – azul para más señas – busca esposa. Flipo.

Silvestra y Sofaina saltan como dos locas a las que les hubiera tocado el Euromillón mientras sus dos globos ni se inmutan. Se contonean creyéndose Jennifer López mientras pasean su culo raqueta pasillo arriba, pasillo abajo. Tienen más autoestima que Borja Thyssen y todavía menos cerebro que él. Pobres.

A mí lo de un baile en palacio me parece una cutrada. Seguro que el príncipe tiene una event planner que le ha organizado todo el cotarro:  decoración adecuada, catering de primera, un buen Disc Jockey. Así pues, ¿cuál es su mérito? Aparecer allí. Buff.

El tema en su conjunto me trae a la cabeza las ferias de ganado de las películas del lejano Oeste.  ¿En qué se va a basar la elección?¿Nos van a mirar los dientes como a los bueyes?

Al final, parece que a este pájaro solo le interesa tener a alguien en casa para salir bien en la foto, salvaguardar la corona e ir acompañado a las obligaciones reales. Me lo veo venir que es de los de salir  todas las noches en su moto, a lo Ghost Raider en busca de princesas destronadas ávidas de consuelo y batallita para el recuerdo.

Yo es que no me veo retirada de la vida social, dedicándome a mis labores y a la agenda de palacio. Menudo machista pinta. Tengo mejores planes para mi futuro: abrir una tienda de zapatos en el reino. Louboutin a ser posible. Hay público objetivo en la corte, eso lo tengo claro. Todos esos mamelucos arrogantes que tienen un ego del tamaño del Everest fijo que comprarían.

Pero me puede la curiosidad y el ‘y si…’. Vale. Es una forma muy fría de buscar pareja pero más triste es acabar en Tinder. Además, dejaría de vivir con las fuerzas del mal en versión mujer. Compro.

Pero yo no voy. Prohibido. Ahora descubro que  sólo me querían en la reunión para que escuchara y me fustrara. Me han subido hasta el ático para lanzarme al vacío.

Bye Bye ilusiones.

Llega el día y las plasticosas se esfuerzan por ponerse monas. No, si monas ya son. De hecho, con esos brazos largos como dos remos que les llegan a las rodillas parece que las estoy viendo hacer el baile del gorila de un momento a otro. Esperemos que el príncipe tenga algo de criterio. Ellas carecen de él.

Las veo salir por la puerta y regocijarse en mi descontento. Me voy a mi cuarto. Hoy va a planchar Rita. Lloro desconsoladamente de rabia y frustración. Cero posibilidades. Me sobreviene de pronto un instinto asesino de aquellos que no dejaría títere con cabeza. Fantaseo con la idea de entrar en el baile con una recortada y aturdir al personal allí presente. Tomaría rehenes. Bebería vino. Secuestraría al príncipe…

De pronto veo cómo una silueta se aparece ante mí. Como un espejismo. Reconozco que he ahogado mi pena en chinchón, pero desconocía que dos chupitos dieran para tanto. Es una señora y va va monísima. Lleva un traje Chanel en color azul palo y unos mocasines a juego y además habla con un acento francés exquisito.

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Cual genio de la lámpara me concede tres deseos y ella pondrá una condición. Primero los deseos, me lanzo en barrena: Quiero ir al baile, en limusina, vestida de Dolce & Gabbanna. Me doy cuenta que acabo de sonar banal total, pero me importa entre un rábano y dos. Estoy harta de ser realista, correcta y hacer lo que se espera de una. Hoy quiero brillar, soñar y practicar la frivolidad gratuita.  Hartita de portarme bien.

La tipa en cuestión lleva en la mano una especie de vara de madera – la verdad muy poco sofisticada y que no le va nada al look – con la que hace unos movimientos a mi alrededor como si me estuviera limpiando el aura. Cuando ya me estoy quedando bizca de seguir el aparatejo puntiagudo en cuestión… ¡tachan! Me miro en el espejo y muero de fashionismo.

Enfundada en un vestido azul petróleo de crochet me siento como Penélope Cruz a punto de recoger el Óscar. Levanto mi clutch nacarado y me veo a mi misma diciendo: “Madre, va por ti. Hoy no me para nadie”. Ahora la condición. Oops. Me había venido tan arriba que ni me acordaba. A las doce la limusina será un Nissan Micra y mi atuendo será un lacio vestido zarrio de Zara. Acepto.

Llego al baile y lo peto. Suena Alaska y lo doy todo en la pista. “¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga?”. Los Jimmy Choo me están destrozando los pies, pero yo no puedo parar. Viene el príncipe que, para mi sorpresa no solo no es azul, que hasta parece majo y se lanza a bailar a mi lado. Suena ‘Living la vida loca’ y enloquecemos juntos.

Me invita a una copa. Es un tipo salao salao. Con melena tostada y aires sureños. Me da que hasta me está gustando. Reímos y charlamos. Mientras, de tanto en tanto, miro por el rabillo del ojo a mis hermanastras que se comen los mocos. Lo siento, pero me alegro y me vacío otra copa. Al tercer gin-tonic estamos a punto de darnos un pico y entonces suena la primera campanada que anuncia la media noche.

La torrija que llevo me impide pensar claro, pero recuerdo algo en relación a las doce. ¿que era? ¿Qué era? De golpe, me viene. Echo a correr como si me persiguiera un rottweiler y cuando me quedan tres escalones beso el suelo de palacio. Golpe inhumano y moratón al canto, lo veo. Se me sale un zapato. Alargo la mano, yo por un Jimmy Choo, cual Belén Esteban, maaaato. Pero veo al príncipe bajar los escalones de tres en tres, así que me levanto, recojo mi dignidad magullada y a la pata coja, huyo como un flamenco.

Pero el príncipe se ha enamorado de mí. Lo va diciendo a bocajarro desde su trono. Están buscando a la propietaria del zapato perdido. Lo tengo escondido detrás de los mochos en el cuartito de la limpieza. Es lo único que me quedo de aquella noche. Bueno, el vestido de Zara también, pero es feo de matar y lo voy a vender en Wallapop.

No nos engañemos, a mí el príncipe también me gusta. Es un tipo especial. Una mezcla entre Chayanne y Colate que da como resultado un pijerio sabrosón.

Suena el timbre y el séquito real anuncia la llegada de su majestad. Las Barbies intentan meter su pie tamaño XL en mi 35. ¡Mira! Nunca pensé que iba a ser una ventaja tener un pie de bolsillo.

Sufro mientras pienso que me van a reventar mis Jimmys de tanto apretar su pezuña. Rechino los dientes más que Rocinante ahogando el deseo de soltar dos leches a mano vuelta y gritar un: “¡que no! ¡que no os cabe vuestra garra de tiranosaurus en el maldito zapato!”. Desisten. Por el amor de DIOR, gracias.

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Y entonces aparezco. A pesar de los harapos me siento el ángel más bello de Victoria’s Secret. Alessandra Ambrosio escondería la cabeza cual avestruz a mi paso celestial. Meto el pie con una dignidad infinita en MI zapato y sonrío al príncipe, MI príncipe.

Nos miramos, la tensión sexual se dispara y decidimos irnos al galope en su caballo blanco en busca de intimidad. Lo de la boda está por ver. De momento nos urge un Motel.

Antes una última mirada a Maléfica y compañía. Juraría que además de la mandíbula se les han caído las siliconas. Mala suerte.

#YoNoSoyGente #YVosotrosTampoco #YCenicientaMuchoMenos

Ilustraciones by Víctor García Fernández (1000 gracias!!!)

Texto by:

jones yonosoygente

SUSPIROS Y PIRULETAS

Haces recuento: Piruletas de corazón, tres. Manzanas modelo Blancanieves, dos. Pintalabios rojo, uno. Coges tu nuevo bolso verde, el que te has tuneado a base de parches y pines para darte un rollito moderno, y lo pones todo dentro.

Acabas de entender de un plumazo porqué los bolsos mini te parecen un chiste malo. Recoges tus 40 tacos y tiras para la oficina.

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El tiempo acompaña así que un hombro al aire está más que justificado. Te calzas tus jeans más ajustados y metes barriga mientras la cremallera patina en su intento de ir vientre arriba. ¡Malditas tapitas de los viernes!

Haces, como dice tu profesor de hipopresivos, apnea infinita y ya azuleas cuando la cremallera llega a destino. Hoy no vas ni al lavabo. Como para pasar ese calvario cada dos horas.

Unos tacones caros y finos harán el resto. Caros para sentirte como una princesa, una diosa, una bruja con tacón de aguja, para ser más exactos. Finos, de los que disparan la imaginación masculina y hacen que de pronto les parezcas el ángel más divino de Victoria’s Secret.

¿Angel? La fiesta está en el infierno. Y tú lo sabes.yo-no-soy-gente-historias-reales-mundo-surrealista-piruletas-de-corazones-suspirando-que-es-gerundio-the-office-piruletas-y-suspiros-stilettos

Jordi llega a la hora habitual y mientras abre su portátil notas que te observa por encima de la pantalla de su mesa. Y Núria le observa a él.

No es atractivo, ni sexy, ni mínimamente guapo, ni siquiera tiene carisma, por ser, es, simplemente, el jefe.

Acomodada en tu mesa mordisqueas la manzana como si fuera el manjar más preciado que en esta y cualquier otra vida que se te suponga te hubieras llevado a la boca. Mientras justificas que te has puesto a dieta por enésima vez, le ofreces una a él. Sugerente, la manzana. Roja, tú.

Te llega un suspiro largo, posiblemente será Núria. Te relames.

Sonríes para tus adentros, mientras visualizas cómo tu bruja interna está
dando
palmas además de hacer el pino-puente y saca una pancarta en la
que te anima a seguir: “Go, go, go”.

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La mañana pasa entre risas exageradas, movimientos estudiados y piruletas que tiñen los labios y la lengua de rojo. Y tú te vas creciendo. Ahora mismo te sientes caperucita feroz y tu lobo-objetivo te parece de peluche.yo-no-soy-gente-historias-reales-mundo-surrealista-piruletas-de-corazones-suspirando-que-es-gerundio-the-office-piruletas-y-suspiros-stilettos-bruja-5

Te sientas en su mesa a revisar un aburridísimo informe de inventarios con una cercanía invasiva y obviando la línea imaginaria que reza: “Pi.Pi.Pi. Espacio personal. No pasar”.

Te da lo mismo y parece que a él también. Notas que él está cómodo y tú imparable. Os llega otro suspiro. ¿Núria?  Te contraes, de placer.

Tu bruja acaba de sacar un par de pompones de debajo de la falda de animadora y animadoraestá canturreando como una loca. ‘Dame una S’ ‘Dame una I’ ‘SIIIIIIIIIIII’. Le pides que se calme, qua aún no has acabado, pero la muy tremenda está desatada.

Caminas hacía la fotocopiadora mientras te contoneas con esa sutilidad máxima necesaria para que la fina línea de la sensualidad no traspase a lo vulgar. En tu cabeza suena Miguel Bosé y su canción ‘Ese modo de andar, ese look cha cha cha…neeena’ y tú sientes que ya no caminas, estás levitando.

Mientras haces la fotocopia verificas una vez más para tus adentros el poder de unos stilettos y no atinas a pensar cómo puede una mujer sentirse sexy en bailarinas. Regresas a su mesa y al dejar la copia en la misma, Jordi te obsequia con una sonrisa difícil de catalogar.

¡¡¡PUMP!!! Tu bruja acaba de descorchar una botella de champagne y te está esperando para brindar. ¡Un momento! Falta rematar, le dices. Pero ella se pavonea de un lado a otro riendo a carcajadas y sin hacerte caso.giphy

Te acercas a la mesa de Núria y con una sonrisa angelical le das una copia de los nuevos organigramas. Esos mismos en los que tu nombre ha caído tres niveles por algún motivo que hasta la fecha nadie ha sabido justificar ni explicarte.

Su mirada te asesina. Pero ya lo sabías por eso te has colocado el chaleco antibalas encima del wonderbra. Aun así, el corazón te va a mil, la bala pasó rozando.

Rezas un Padre Nuestro inventado para que no te falle el tacón y te estropee el cierre antes de alcanzar tu mesa. Pero llegas victoriosa. Así que brindas con tu bruja y te metes el copazo de cava de un trago. Suspiras y sigues con tu manzana…2jev4uh

Te alcanza una punzada de culpabilidad, que te quitas de un plumazo pensando aquello de “si una sola flor no hace el verano”, una pequeña fechoría… ¡Tampoco te hace la BRUJA AVERÍA!.

Airada, Núria se dirige enérgica hacía la mesa de Jordi:  ‘Hoy recoges tú a los niños’.

#YoNoSoyGente #YvosotrosTampoco #ProbandoFicciónProbando

jones yonosoygente