El otro día en lo que pretendí ser un abrazo cariñoso a mi marido, le estire tres pelos del pecho. Dio tal alarido como si tuviera detrás a Terminator rajándole la espalda con un cuchillo afilado. Me lo miré, flipada, en plan “¿Qué?”. “Me estiraste el pelo”.
Madre del amor hermoso, pensé yo. Con la de estirones y estirones que nos llevamos las mujeres a lo largo de nuestra vida a base de depilaciones de todo tipo. ¿Y ellos braman por un estironcito de nada? Me queda claro que el dicho “Dónde hay pelo hay alegría”, lo invento un tipo con pavor a la cera caliente. Buen trabajo de Marketing, eso sí. Ahora parece que contra más pelo más machotes son.
Las mujeres esto lo tenemos superado desde siempre e integrado cómo tener la regla todos los meses. Duele, sí. Pues a aguantarse. La propia Madonna intentó hace unos años llevar las axilas como escobas de barrer a ver si conseguía hacer moda y fracaso estrepitosamente.
Las mujeres nos iniciamos a la depilación a temprana edad y casi siempre nos estrenamos con el momentazo “Frida Khalo”.
Empiezas a tener pelusilla en el labio superior, luego bigotillo y luego ya bigotAZO. Te mueres de vergüenza, porque está claro que si tu te lo ves, lo ve todo el mundo, pero tu madre considera que eres muy joven “para empezar”, así que sólo te queda la opción de teñírtelo de rubio.
El resultado es penoso, ahora todo el mundo lo ve y además todo el mundo sabe que intentas disimularlo. No es hasta que rascas más que un puercoespín cuando le das un beso a tu madre que la susodicha decide que ya eres “apta” para la depilación y te pone tu primer trozo de cera.
El primer estirón no se olvida nunca. Porque no sabes lo que te viene encima, tu madre te distrae con charla, pero pega un estirón con tal fuerza que crees que es Popeye reencarnado en tu madre y su poderoso brazo te arranca la pelambrera y la inocencia a partes iguales. Y tú no es que veas las estrellas, ¡es que podrías contar los anillos de Júpiter! Y resbala una lágrima, de dolor, pero nunca una queja.
Al labio superior, le siguen las piernas, primero solo hasta la rodilla. ¿Por qué? ¿Por qué? Es algo que no he entendido nunca. Lo único que provoca es un stress brutal intentando que al sentarte no se te suba la falda descubriendo al mundo, que allí dónde la rodilla pierde su honroso nombre y comienza el muslo, hay pelo suficiente para hacerte un par de cojines.
Más tarde hace su entrada la axila. Que es poco pelo, si. Que el sitio es delicado, también. Un estirón mal dado y te sale un ganglio como una pelota de ping-pong. Y de las inglés ya no hablamos, el estirón en susodicha parte es solo comparable a una visita al dentista.
A partir de que estas “iniciada”, hay dos ramificaciones: la espuma quita vello & cuchilla, opciones indoloras o la cera en su versión caliente o fría, solo apta para sufridoras natas.
Ambos métodos tienen sus ventajas y desventajas.
La cuchilla, amiga fiel e indolora, capaz de segar tu pelambrera en minutos y en las situaciones más inverosímiles. ¿Que te invitan a la playa y tu sin depilar? Zasca. Te pasas la segadora y lista. ¿Que resulta que tienes posibilidad de “rollito” esa noche? Claro no vas a hacer el feo de hacer tu aparición estelar con pelazo a tutti-quantti, de nuevo le das a la Gilette como-si-no-hubiera-un-mañana y de pronto la noche es joven y tu estas depilada y lista para comerte el mundo.
Mismo funcionamiento para la espuma depiladora: inmediata e indolora pero requiere de un “escenario”. Porque te la has de poner, esperar y quitar bajo el agua. Además apesta.
Y claro es algo que no puedes hacer en cualquier momento ni lugar, aunque poco, le has de dedicar su tiempo. Eso sí, agárrate cuando te vuelvan a salir los pelos, porque afilados es poco. Podrías serrar los barrotes de una celda con lo que ha aparecido en tus piernas.
La cera es otra historia. En su versión caliente hay riesgo de quemazón, y en su versión fría de que te arranque la piel a tiras y parezcas una serpiente en época de muda durante unas semanas. Las piernas te quedan como el culito de un bebe y los pelos se van debilitando con el tiempo. Pero ¡ah desventaja! Requiere de una medida media de pelo para que la cera lo arranque.
Es decir que si te invitan a la playa, pero no tienes el pelo lo suficientemente largo para hacerte la cera, ¿Qué haces? Te excusas y dices que ya tenías plan y te mueres de ganas.
Bueno y además no es un método que te puedas hacer fácilmente tu sola. Una cosa es pasarse la cuchilla por detrás del muslo con mejor o peor resultado y otra muy diferente darte un tirón tu sola, para lo que tienes que tener mucha maña y muchos “ovarios” porque el estirón te lo das tú y… ¿no te vas a engañar a ti misma?
Tu sabes cuándo vas a estirar, porque tu mano… ¡SI! está conectada a tu cerebro y actúa porque tú se lo mandas. ¡Prepárate y chilla!
Total, que cuando parecía que esto iba a ser la-historia-interminable modelo pelosale-peloquito-pelo vuelve a salir, va y aparece EL LASER. Lo que parece ser la opción definitiva, que no lo es pero es lo que más se acerca.
El laser no es que duela, es que LO-FLI-PAS. Algo intuyes cuando la chica de la estética te de una crema ¿anestésica? para que te la pongas un rato antes y te envuelvas en film de plástico.
A mi solo me han anestesiado dos veces y ha sido antes de operaciones, así que las sospechas no son buenas…
Pero allí estás tu envalentonada, con tu anestesia puesta y envuelta como un rollito de primavera en film transparente que va crujiendo nyamm-nyamm cada vez que andas.
Te tumbas en la camilla y te dan unas 477487 descargas eléctricas, casi tantas como pelos tienes o en alguna descarga igual pillas tres a la vez. ¡YUJU! Te retuerces de dolor y tensas el cuerpo y la cara hasta que pareces literalmente la niña del exorcista, cómo mínimo. Y cuando ya parece que ha llegado el momento y estas a punto de saltar a la yugular de la depiladora…cesa toda actividad, tu cuerpo se destensa y hasta la próxima visita.
Cómo la mente es lista, decide olvidar “todo lo acaecido esa tarde” y para el mes siguiente cuando se repite la historia tú no recuerdas nada de la anterior sesión. Afortunadamente después de unas ocho sesiones de mátame-a-descargas-reina, tus piernas tienen un aspecto tan suave y limpio que consideras el camino tortuoso pero necesario.
De todas maneras, para mi lo peor de lo peor son las cejas. ¿Por qué una mujer se empieza a hacer las cejas? Estuve casi 40 años sin hacérmelas, hasta que un día (¿abducida?) me inicié.
Tu cara ya nunca es la misma, claro. Se te ven más los ojos, la mirada más intensa, las cejas enmarcan tu cara… BLA – BLA – BLA.
Con lo feliz que era yo cuando mi cara era modelo EL YETI y cuatro pelos cutres no podían conmigo.
De ello puede dar fe mi depiladora habitual, a la cual odio profundamente.
Siempre que me dice “Es un momentito”, coge las pinzas y yo no sé que encuentra que está rato y rato estirando cómo si el mundo fuera a extinguirse y yo fuera a ser la mujer mejor depilada encontrada en la faz de la tierra.
Querida Sara, si estás leyendo esto, te digo: El próximo día juro que te muerdo la mano. Aysssss, literalmente claro #siyunaporra
En fin, mujeres del mundo: depiladas, sin depilar, con cejas, sin cejas, apasionadas del laser y defensoras de la cera, amantes de la cuchilla y fans de la crema depilatoria…
VA POR NOSOTRAS, porque somos fuertes, resistentes, bellas y CON UN PAR.
#quesedepilenloshombresyverancomoflipan #enrollarteenanestesiayfilmeslomas #laseryniñaexorcistaestodouno.