¿A QUE TE DOY UN OXÍMORON?

Mirad, yo pienso que está bien admitir que una no puede ser buena en todo. Que en algunas cosas una destaca, que en otras es bastante aceptable tirando a regularcilla y que en ciertas cosas es un maldito tremendo desastre.

Que la moda se me da bien es un hecho. Soy capaz de montar los looks en mi cabeza mientras estoy tumbada en el sofá y mi Santo me masajea los pies (sí, le tengo subcontratado este servicio -yo doy otros, no os penséis que todo va de gratis-).

Lo de la decoración, pues muy bien también. Estoy feliz haciendo mis prácticas en pisos de aquí y de allá.

Aunque la semana pasada me tocó montar un casoplón que yo creo que ni el de la Preysler. Cinco lavabos por planta. Jolín, que había que moverse por allí con mapa. Que te dejabas unos cojines en el ala sur y tenías que ponerte un dorsal de maratón y poner en marcha el Runstatic para llegar a la otra punta de la casa.

¡Tres plantas tenía! Tuve que subir tantas veces aquellas escaleras que creo que más que ‘hacer culito’ lo que hice fue echar un culazo que ni la Kardasian. Me tocan muchas así y este verano reviento el biquini.

#AsíMeVeoYoEsteVerano

En fin, a lo que iba, que en lo que soy una patata es en clase de narrativa. Aquello es más una cuestión de fe. Yo voy allí a aprender, a empaparme de conocimiento, a absorber como una esponja, literalmente… ¡porque la mitad de las veces no se ni de qué hablan!

Y que conste que yo era muy buena en literatura en secundaria, pero hace ya tanto de aquello… que lo pienso y casi veo diplodocus habitando la tierra.

Mirad, que como la profesora es maja y le tengo confianza sé que todo va bien, aunque a veces habla como si estuviera poseída por Vargas Llosa –o vaya a usted a saber quién- después de tres carajillos. ¡Yo no la entiendo ni palabrita!

Las clases las hacemos en un aula de una escuela de idiomas. En ocasiones la miro y pienso que me he colado en clase de ruso o mandarín nivel 3: es imposible que aquello sea castellano.

El otro día me mira fijamente y me dice: “Alicia, a ver, dame un Oxímoron”. Para flipar. No sé si me estaba pidiendo un abrazo, una ostia o algún medicamento parecido al gelocatil para la migraña.

Ante mi cara de what-the-fuck-me-estás-contando, añade: “Pues una paronomasia si te es más fácil”. No, no me es más fácil. Y no sé qué te está pasando en la boca, pero empiezas a preocuparme.

Con lo fácil que es decir “dame dos palabras de significado contrario que tengan sentido”, eso es un oxímoron. Por ejemplo, yo le hubiera dicho:

Caos organizado

(que es lo que tengo yo en la cabeza en estos momentos. Un jaleo que lo flipas, pero organizado por etiquetas).

Que llegué a mi casa y busque preocupada paronomasia, por si era un insulto y yo me había quedado tan fresca. Pues no, resultó ser un “juego de palabras que se distinguen solo por un fonema y tienen significados muy diferentes”.

¡Ostras! Es decir, como los amores que pasan, pesan, pisan y posan (que yo ya había escrito AQUÍ, sin saber qué estaba haciendo una paronomasia. ¿Igual es que soy muy intuitiva? ¡A ver si voy a ser buena!

#¿VendríasiendoestoUnOxímoronurbano?

Pero… ¿por qué tenemos esta manía de poner nombres raros a las cosas? Lo digo porque va uno al médico con la cabeza que le va a estallar y el profesional va y se descuelga con un: “¿Tiene histórico de cefaleas?”.

Que el otro día me hice daño en el costado izquierdo, cerca de la cadera, corriendo, y el traumatólogo, muy majo él, me dice: “El psoas que se te ha desgarrado”. No fastidies. Que suena a grave. Que tengo la sensación de que me van a tener que ceder el asiento en el tren para que no se me caiga el psoas de marras por el camino.

¿Qué tal si me dijeras que me he hecho una pequeña rotura fibrilar y me voy yo tan contenta a seguir dando caña?

#¿MeEstaráHablandoEnesperanto?

En fin, que yo confío y confío en que estoy avanzando… en narrativa, digo. Mi profesora dice que he aprendido mucho, que voy para Cervantes. ¿Será una hipérbole? (Exageración evidente que deforma la realidad). Creo que más bien es una ironía.

En la última clase nos pidió a todos que habláramos del último libro que estábamos leyendo.

Mientras me llegaba el turno, pensaba y pensaba a toda mecha: el “Vogue colecciones”. No. No. Eso no. “Recetas fáciles para cocinar con Lékué”. Ostras. Tampoco. Los 10 mejores destinos de playa para este verano”. Bufff. me da mí que con esto no voy a convencer.

El caso es que se pasó el tiempo, se acabó la clase y no me llegó el turno. Mejor. Ya sudaba hasta por las pestañas.

Ahora estoy leyendo a Capote, a Tenessee Williams y a Cortázar a la par. A veces me lío un poco. Igual me estoy haciendo mi propia historia con la mezcla de los tres. Lo mismo leo mientras espero el cortado en un bar, que en los semáforos demasiado eternos.

Ahí ando, culturizándome a toda velocidad mientras sigo decorando mansiones y tuneándome para mis looks.

Y es que quien mucho abarca poco aprieta, que dice siempre mi madre. Pero es que siendo tan intensa yo no puedo escoger hacer una sola cosa. Eso sí, no conozco el aburrimiento.

Chic@s, ¿Qué estáis leyendo vosotros ahora? Ja. Menudo aprieto, ¿eh?

#YoNoSoyGente #YvosotrosTampoco #JonesSeCulturiza