Es año nuevo mientras escribo este post. Me acabo de levantar del sofá solo para escribirlo. La resaca que me lleva vapuleando todo el día ha decidido que me levante y lo haga. Mientras yo lo que quiero es darme vuelta y vuelta en su mullido cojín, porque estoy acabada.
Me duelen las piernas, desde las inglés hasta las uñas de los pies y la cabeza me va a estallar. Tengo tanta sed que parece que haya vuelto hoy de estar perdida 15 días en el desierto del Sahara sin rastro de ningún maldito Oasis ó en su defecto me haya metido en la boca cuatro polvorones a la vez y me haya quedado sin saliva intentando digerirlos.
Pero ¡EH! He llegado hasta aquí, estoy casi sobreviviendo a estas fiestas, me queda pasar Reyes y con un poco de suerte lo supero sin daños colaterales (bueno sin más daños de los de caerse en plena discoteca cómo me pasó ayer), pero me levante con tanta dignidad que casi no cuenta.
De hecho todo empezó el día 24 de Diciembre. Ese día comencé mis ansiadas vacaciones y decidí que era el gran momento para hacer una catarsis personal, rememorar lo bueno y lo malo y corregir. MAL. Invadida por el supuesto espíritu del “Año Nuevo, vida Nueva” haces barbaridades que ni te planteas cualquier otro día del año.
Como por ejemplo: Comer sano. Haces una megacompra de comida sana para que lo más dañino que haya en tu nevera sea un yogur de soja de chocolate. Regalas la panera a tu madre, por supuesto.
Y te compras un Lekue (sí chicas, lo he hecho ha entrado en mi cocina) y haces un intento de cocinar, de momento con un éxito digámosle prudente.
Decides que ahora que tienes vacaciones, en vez de descansar, es el gran momento para hacer deporte “a saco” y que vas a llegar a la oficina con dos kilos de menos en vez de “de más”. Ostras, esto es de verdad creer en la magia de la Navidad o pensar que tienes un duende en casa que te succiona la grasa con cañita por la noche.
Sea como fuere, lo he dado todo. Y así estoy.
Nochebuena empezó con moderación. Navidad se me fue de las manos, Sant Esteve y con la suegra…Bingo y turrones a la par.
Así que el 27 me vine arriba y salí a correr unos kilómetros. Estaba tan motivada que lo hice en la mitad del tiempo habitual. Bien!!. El 28, salí de nuevo, aunque esta vez me costó más, pero lo hice, BIEN!. El 29 no podía moverme. El 30 tuve que descansar si quería volver a ser persona. Es lo que tienen los excesos.
El 31 y por lo de acabar bien el año (y porque el día 2 ya volvía al trabajo, en el mejor de los casos, con los mismos kilos con los que me fui), llegué al gimnasio y a pleno pulmón grité aquello de “dejarme sola”.
Me metí entre pecho y espalda una clase de TBC y después otra horita de Zumba y ya con el cansancio pertinente llegué a mi casa hecha una piltrafilla, me tomé dos tés rojos y a comerme el último día del año.
Lo de que la edad pasa factura es cierto. Doy fe…hoy. Llegada la mágica noche, estuve dos horas bailando canciones con mi sobrina y luego me fui a mi discoteca habitual a bailar salsa.
Todos sabemos que las discotecas se ponen a petar esa noche, así que lleguemos prontito, bueno pronto… ¡que abrimos la discoteca junto con el portero! #ansiavivaesloquesomos.
Bajo el lema de “vamos a bailar todas las canciones ahora, antes de que se comience a llenar la pista y después ya no se pueda”, en el que mi marido y yo estábamos de acuerdo, nos lanzamos a la pista #comosinohubieraunmañana.
El caso es que “por sí” “por sí”, no sé si por efecto de la crisis o vaya-usted-a-saber la pista no se acabó llenando y yo estuve 3 horas bailando del tirón, cada salsa, cada bachata, en plan #danzardanzarmalditos, poseída como si llevará los zapatos rojos de Dorothy y dándome cómo único respiro las cuatro kizombas que pusieron esa noche.
Experimentando en la barra descubrimos que el Malibú con tónica sabe genial, es refrescante y tiene un puntito que te recuerda al Caribe que tanto nos gusta. Y así rememorando rememorando…¡que nos tomamos tres!
A ver se entiende, que con la emoción del momento y del descubrimiento te vienes arriba y ¡que carajo! ¡Que es Fin de Año!. Un ron con Coca-Cola por poner un punto clásico y un par de copas de cava para brindar por la noche. Mágica, claro.
En uno de esos brindis estaba yo, cuando empezó a sonar mi salsa favorita, solté la copa cómo si quemara y me lancé a los tres escalones que me separaban de la pista… de cabeza. Se me enganchó un tacón y me vi mordiendo el polvo. Aún con el bullicio del momento y el stress de la caída alcancé a ver a mi amigo de-toda-la-vida August y eché las manos a sus hombros y gracias a Dios que eso freno mi caída.
Y así agarrada a August arrastré mis dos rodillas por los tres escalones, pero el golpe final ya fue flojito. Eso sí, note como mi cara se distorsionaba contra su camiseta con la gravedad de la caída.
Y luego el corrillo. “¿Estás bien?”
¿Yo? Yo estoy divinamente. Maravillosa. La reina de la pista. Aunque me haya partido las rodillas y ¿qué?. Repartí sonrisas de “bien, estoy bien” y me fui a bailar el resto de mi salsa favorita, mientras notaba cómo mis rodillas amenazaban con regresar solas a casa esa noche.
Ya en el coche, de vuelta a casa, me cayeron encima las dos clases de gimnasia, los bailes con mi sobrina, el rodillazo del millón, el cansancio de los tacones y todo ello regado con Malibú mucho Malibú, algo de cava y muy poco juicio. #loquevienesiendoEXCESOSentodoelsentidodelapalabra
Esta mañana entendí a Mecano y su ”Hoy no me puedo levantar”. Estaba pegada a la cama con cinta de doble cara y mi cabeza no recordaba nada.
Me dolían los músculos, los huesos y me encontraba al borde de la deshidratación. #losexcesossepagan
Y aún me duelen. Con vuestro permiso me vuelvo al sofá. No sin antes darme una vuelta por la nevera…
Bah! Zumo de naranja y dos tortitas de maíz… ¡Malditos propósitos de Año Nuevo! #avercuantomeduran
#sibebesnobailes #rodillazosdefindeaño #estasfiestasvanaacabarconmigo
jajaja…. A mi el tió me cagó un Lekué… será cabrón! Muero por zumbar…. a darlo todo!
Carme, dime por favor, que ese Tió no salió con vida de tu casa. ¿Un lekue? ¿Que tenías un Tió práctico?
No se puede explicar mejor, estas fiestas son un proceso de despropósitos. Excesos anunciados que por mucho que luches te atrapatan.
Dia 7….. volvemos a cuidarnos! Felicidades por el post 😉
Gracias. Pues sí. Imposible luchar en Navidades, mejor entregarse y luego ponerse fuerte con los nuevos propósitos. 🙂