Es increíble como los zapatos están ligados a la vida de una mujer. Nunca tenemos suficientes. Son tan bonitos que podríamos llenar armarios enteros.
Es indescriptible cómo te sientes cuando estrenas zapatos nuevos y lo maravillosa que te sientes cuando calzas esos stilettos que te han costado un sueldo y medio y que adoras.
Los tienes en negro, en marrón, en print animal, planos, de tacón, botas, botines, merceditas…es algo que tu marido y su nefasto comentario: “¿Pero para que quieres tantos zapatos?” nunca entenderá. #hayquesermujerparaentenderestascosas
Yo nací en Agosto como ya os conté, en plena calor y con 5 kilos. Y con unos pies acordes a ese cuerpazo que había echado así que mi madre no me pudo poner nunca los típicos zapatitos hechos de ganchillo para la ocasión porque no me cabían. Yo me estrene directamente con unas merceditas de cuadro Vichy rojas (las que veis en la foto ya que mi madre aún las guarda!) dignas de un pie de 3 meses.
Y así fui llevando diferentes modelitos hasta que a los dos años el pediatra descubrió que tenía los pies planos lo que se dice planos y empezó el martirio de las “botitas ortopédicas”, que por aquel entonces estaban muy poco evolucionadas y tenían cero diseño. Eras el maldito patito feo de la clase y te sentías como una versión enana del padre de la Familia Monster con aquel botarrón. #muyfrankensteinstyle.
No obstante siempre me quedaran aquellos veranos en que mi madre me dejaba calzar flip-flops y hacíamos pacto de que “no se lo diremos al médico”. #aquelloerapactarynoloquehacenengranhermano
Recuerdo perfectamente la zapatería a la que me llevaba mi madre, tenía una zona elevada para niños con el suelo de cristal. Me encantaba. Me sentaba en una silla diminuta mientras me probaban diferentes modelos de botitas (de más a menos ortopédicas) y entonces… ¡Flipa! ¡Te hacían una radiografía!
Claro, como esas edades te cuesta saber dónde te llega el dedito, pues ¡ala! radiografía y claridad absoluta. Sin límite. Hasta dar con el modelo adecuado. Menos mal que luego retiraron esta práctica… #barralibrederadiografias #zapatossiempretutalla
Gracias a Dios que a los 7 años se consideró que el puente-sobre-el-rio-Hudson ya estaba hecho o en su defecto todo lo que se podía hacer por él y me dieron el alta.
Y cómo revancha entré entonces en el mundo multicolor de las zapatillas Victoria. Las tenía en todos los colores: rojas, azules, verdes y blancas, por supuesto.
Iban sin piedad a la lavadora y las llevaba hasta que se habían encogido dos tallas y ya no me venían. #veranosvictoriaforever
Y luego llegaron las botas de agua, esas que te ponías cuando llovía. Quiero decir cuando el invierno era invierno y hacía frío y llovía y todo eso que ahora con el cambio climático se ha perdido. Además en mi barrio las calles no estaban asfaltadas y el barrizal era digno dela mejor pelea de cerdos, con lo que las botas realmente tenían una misión.
No cómo ahora que toda fashionista que se presté tiene sus botas de agua “Hunter” y cómo el cielo amanezca lluvioso o hayan caído dos gotas: botas al canto. A las 11 de la mañana el sol achicharra y se te cuecen los pies, pero ellas pisando fuerte. #llegaracasaconlospiesachicharradosporlashunter.
¿Alguien se acuerda de las “botas de enanito” de los 80? Otra de esas modas infames a olvidar. Eran planas, de ante, anchas y llegaban un poco más arriba del tobillo. Las mías eran granates, las llevaba con todo y me daban un aire de enanita fuera-de-lugar de dudoso gusto y muy rollito “Aibo, Aibo, a casa a descansar! #malditos80
Lo mejor fueron las camperas. Las llevaba con pichis de cuadros y el pelo suelto y largo. Estaba ideal para que me soltaran en cualquier rancho o para integrarme sin dilación en Dallas. #máscamperaqueDollyParton.
Y a partir de aquí ya hubo de todo… momento mocasines con borlas, temporadas no-me-quito-las-bambas ni para dormir, Merceditas estampadas, botas de todas las medidas, con más o menos acierto, hasta que a los 13 llegaron los tacones.
Aquello fue lo más. Salir de mi casa con aquellos tacones muy estilo
Melanie-Griffith-en-armas-de-mujer para ir al cine con tus amigas. Correr con
ellos desde mi casa hasta la parada del autobús más cercana (a 2kms.) y no salirte ni una herida.
Como si hubiera nacido con ellos, como si fueran una segunda piel. Mis tacones y yo fundidos en uno. Y en blanco, más-horteras-no-podían-ser, pero creo que por aquel entonces los llevaba con tanto garbo que el color era lo de menos. #pisamorenapisacongarbo.
Y hasta la fecha. Ahora tengo demasiados muchos. Unos 20 pares de verano y otros 20 de invierno y un piso demasiado pequeño para alojarlos a todos. Tengo la casa medio colonizada, cualquier hueco que libero es una excusa excepcional para comprar unos zapatos nuevos.
¡Porque nunca una mujer tiene suficientes zapatos! ¡Y un hombre nunca lo va a entender! Así que mejor no intentar convencerlo y reservar las fuerzas para colonizar la parte del armario que él tiene vacía.
Y es que nuestro amor por los zapatos es como la letra de los médicos, ¡nadie lo entiende!.Zapato-adicta me declaro. Que conste.
#quieroserImeldaMarcos #porunosstilettosmato #loszapatosdemivida
Si lo confieso. Yo también soy zapatoadicta. Y no, nunca son suficientes, aunque yo últimamente haya aplicado criterios de fondo de armario con ellos y tenga la regla de que cuando entran unos, salen otros…. En el tema botas es otro cantar. Las adoro, son mi pasión y mi perdición particular. Me eh reído mucho al leer lo de las camperas…. Lo mío fue furor. Las he llevado de todo tipo y material: serpiente, con flores, de cowboy y de motera…. En cuanto al ego, yo tengo mi par de zapatos particular sube- egos. Y claro, unos de verano y otros de invierno : unas sandalias de ante rojas ( si. Rojas ) que me elevan unos 15 cm del suelo…o unas botas negras de ante que hacen que al caminar me sienta Marilyn Monroe. Y cuando tengo un día malo, a ellas me subo,,, y no se sí son los zapatos o ir a 15 cm del suelo…. Pero funciona! Besos guapa!
Si, señor….los zapatos SUBE_EGOS. ¿que mujer no tiene unos? Y además Laura, identificados. Para ver el mundo desde las alturas y con perspectivas.
Las camperas fueron lo más para mi también, y es que por aquel entonces eran de lo más IN.
Gracias por pasarte x el blog. Un besazo.
LO ENTIENDO ME FASCINAN LOS ZAPATOS COMO A CASI TODA MUJER…PERO ENTRE LOS NO SE CUANTOS ZAPATOS QUE HE TENIDO A LO LARGO DE MI VIDA, NO SE PORQUE SIEMPRE RECUERDO CON EMOCION UNOS ZAPATOS DEPORTIVOS ROJOS QUE ME REGALARON CUANDO TENIA 9 RECUERDO QUE LES GASTE LA SUELA Y LE ENTRABA UNA PLANTILLA PARA CONTINUAR PONIENDOMELOS…..JEJEEJ