Buenos días chic@s,
¿Os preguntaréis a qué viene este título tan raro? Ayssssss… Va…que voy…que lo digo….
Y es que en estos mismos momentos que estáis leyendo este Yonosoygente servidora está dando vueltas por el caribe sin ton ni son y sin importarle nada más que beber rum-punch y pillar hamaca.
Yo que no soy nada amante del invierno y que encima lo sufro en mis carnes a golpe de un resfriado tras otro, no veo el momento en que llegue el calor.
Para mí Febrero y Marzo son los peores meses del año, son esos meses que ni chicha ni limoná, meses en que se avistan ya las camisas de flores en los escaparates pero tú castañeas los dientes cada vez que sales a comprar el pan.
Y sí, estoy de acuerdo, este invierno no está siendo de los más fríos, pero es invierno al fin y al cabo y a mí se me hace más largo que a Falete un
día sin su peineta.
Por eso siempre que puedo huyo en pro de un adelanto de calor extra, algo que quede impregnado en mi piel y que me haga aguantar hasta mayo que es cuando aquí se empieza a notar ese calorcillo que trae buen humor, ganas renovadas de hacer todo y mucha energía.
Porque no queridos lectores, yo en invierno no soy simpática, no estoy de buen humor y mucho menos de buen rollo. Me refugio en mi casa como si fuera un bunker, no me apetece salir y parece que me quitan la energía a capazos.
Así que aquí me hallo, absorbiendo rayos de sol como si no hubiera un mañana, tomándome cócteles que responden a nombres tan exóticos como “Lujuria” o “Volcán Blanco”, una de esas cosas que una vez las desubicas de sitio, no tienen ningún sentido, pero que aquí lo tienen todo y más.
Bañándome en la piscina, nadando en el mar, viendo peces, bailando salsa, es como si tuviera que hacerlo todo, todito, todo. Corre, corre que esto es un cuento y tú, Cenicienta, vas para el baile en calabaza y… ¡¡¡ verás lo que pasa como no llegues antes de las 12!!!
Ahhh, espera, ¡que no es así! Que yo al caribe viene a relajarme. Vale. Jo, pues lo estoy haciendo fatal, entonces.
Os diré a vosotros que con la velocidad que ya llevo de inercia en mi día a día no es fácil de frenar a golpe de “un momento mamasssita” o “ahorita se lo traigo”, los primeros días simplemente me arrancaría los pelos de lo nerviosa que me pongo; siento deseos de saltar detrás de la barra y hacérmelo yo.
Luego me doy cuenta de que, seguramente y aunque no queramos admitirlo, este ritmo de vida debe de ser mucho más saludable que el que llevamos todos en la gran ciudad. Que yo oigo el metro pitar y me quedan 20 escalones y aún me tiro a ver si lo cojo a riesgo de dar con mi dentadura en el suelo. No recuerdo un día en que no corra o tenga prisa en mi día a día.
A partir del tercer día esto mejora. Se adquieren nuevas costumbres a un ritmo vertiginoso. Desayunos con los primeros rayos de sol, bronceador y sandalias, un ‘Volcán Blanco’ para refrescarse a media mañana y ya no importa tanto que te lo traigan ahora como dentro de media hora, porque Cenicienta ya ha llegado al baile y una vez allí ya no le importa esperar su turno de canción.
Playas paradisiacas, arenas blancas y momentos en que tienes suficiente tiempo para pensar y cuestionarte tu vida.
Y se te ocurren cosas como:
- Voy a tomarme un año sabático y visitar mundo.
- Esto es vida, voy a hacerme monitora de baile en un sitio así.
- La felicidad existe, ¡Jo! Y me queda en la otra punta de mi casa.
- Tengo que abandonar mi trabajo en pro de una vida más relajada.
De hecho os confesaré aquí que llevo la firme intención de agarrarme a una palmera hasta fusionarme y mimetizarme con ella.
No pienso despegarme así me estiren entre cuatro.
Si me meten en el avión de vuelta va a tener que ser a rastras en contra de mi voluntad.
En fin, que a pesar de todo lo anteriormente explicado, en 4 días me dan patada del paraíso y con la primera bofetada de frío en Madrid se te acaban todas estas tontás.
Así que no me alargo que se me va el sol… ¡os espero el próximo lunes!
Ahhh! Y prometo traeros un rayito de sol para cada uno de vosotros… Ohh Ohhh Ohhh Ohhh!
Pues mira, ya que me has dado envidia y me he puesto a recordar, te voy a contar mi experiencia en Cuba. Era nuestro primer año de casados, no estábamos de luna de miel, pero casi… muyyyyyy enamorados.
Por aquel entonces mi marido bailaba, de hecho me conquistó bailando, aun no entiendo como lo consiguió porque nunca más ha vuelto a bailar!!
Me engañó claramente, pero yo me dejé!
La cuestión es que tras pasar unos días en la fantástica Habana, nos fuimos unos días a Varadero.
La primera noche fuimos a parar a la “sala de fiestas” más concurrida de la ciudad. Era una sala de fiestas donde la música sonaba en directo y la gente bailaba de una forma espectacular!
La cuestión es que sin beberlo ni comerlo, (bueno…bebiendo un poco si) me encontré en el mismísimo escenario, junto a 20 chicas más, participando en un concurso de baile latino.
Nos iban presentando una a una, por nuestro nombre y nuestro país de origen, por lo que a partir de ese momento me convertí en “Cristina de la Madre Patria”. Los músicos tocaban, cambiaban de ritmos y nosotras debíamos bailar. Cuando acabó la “exhibición”, la gente nos votaba con aplausos nuestra destreza bailando.
Total que no gané… pero quedé segunda!!!
Detrás de una primera, negrita brasileña que se movía como una auténtica culebrilla. Yo bajé del escenario orgullosa como si me hubieran dado un Oscar y está claro que debí caerle en gracia a la gente, porque a partir de ese día, cada noche cuando llegábamos a la discoteca, y corríamos esas cortinas que te permitían acceder a la zona de baile, desde el micrófono de la orquesta anunciaban: “¡¡¡Bienvenidos Oscar y Cristina de la Madre Patria!!”
Nos hicimos conocidos por todos, y los propietarios del local nos acabaron regalando una botella de Ron Cubano de 50 años para que nos la llevaremos a España.
Lo reconozco, no recuerdo un viaje tan divertido como ese!!
Quiero volver ya!!!!!!!!
Cris, buenísima historia. Allí lo de la “Madre de la Patria” aún lo tienen en la punta de la lengua en cuanto dices que eres española.
Lo que no arregle un mojito o dos…claro que no te veo yo a ti tímida precisamente…jajaja. Me hubiera gustado verte menearte y dándolo todo en el escenario. (bueno ahora que lo pienso ya mismo te veo…)
Un besazo, locaaaaaa