La gente se ríe de mí porque voy siempre con gafas de sol y yo me río de ellos porque llevan unas ojeracas que no es necesario que vieran mundo. Eso por no hablar de las bolsazas en las que pueden guardar hasta las llaves de casa ahí dentro.
Además… ¿para qué están hechas las gafas de sol? ¿Para protegerte del mismo? Vale, que sí. Pero limitarlas sólo a eso es empobrecerlas. Usarlas también en días de lluvia, interiores, eventos y posados es empoderarlas como se merecen.
Que conste que yo empecé su uso debido a que estoy operada de la vista. Yes, yes. Yo era de aquellas miopes que al salir de la playa hacía kilómetros hasta dar con mi parasol.
Solía tomar como referencia ‘el edificio azul’ para poder limitar al menos en la medida de lo posible las divagaciones por la orilla y no parecer más perdida que Carmen Lomana en el Mercadona, pero no veas la de quemaduras que me había llevado por pasear bajo la tostonera agostera.
#dondeestarámiparasol? #perdidaenlaplaya #quenosenotemuchoporfavor
Era la típica que iba con mis 4 dioptrías por la calle sin gafas correctivas, porque a edades veinteañeras las gafas son una lacra más pesada que tu profesor de historia. Ni una ni dos veces, sino muchas más me habían gritado por la calle aquello de ‘¿Qué? ¿No saludas?’.
Y yo, que no estaba dispuesta confesar que veía menos que un gato de yeso y más borroso que Massiel después de una jornada de copas, sonreía y decía aquello de: “Aysss, es que iba despistada”. Ja. Hombre, mi prima a la tercera me dijo: “Me preocupas, se te ve desorientada”.
Así que reuní valor (y sobre todo pasta) y me operé. Mi vida cambió. Levantarte de la cama y que tu madre no fuera un bulto borroso ya era un lujo. Salir de la playa directa a tu hamaca fue un subidón y contemplar además los macizos que se cruzaban a tu paso ya era IN-CREÍBLE, que diría nuestro Bisbal patrio. Hasta la hierba era más verde, el azul más azul y mi vida más rosa.
#¿ytuquieneres? #parecerantipaticaperoenrealidadsermiope
Como efecto secundario me quedó cierta sensibilidad al sol y ahí empezó mi andadura con las gafas de sol. Empecé tímidamente por unas sobrias, normalillas y dándole a la protección la importancia que se merece. Pero con el tiempo me fui creciendo. Ahora tengo tantas gafas como pendientes o anillos y en tantos colores y formas como tuppers tengo en la cocina.
Las utilizo en primavera y en verano, a TOPE. Sobre todo, en la playa. Ese aire Paris Hilton que te da pasear por la orilla con tus gafas de sol y el pelo estropajoso por la sal escondido bajo un pamelón, no sólo añade glamour a tus paseos sino que desvía la atención de tus cartucheras a la parte superior.
Un gloss labial y la Diosa del verano.
Las llevo en los días nublados. Los días grises suelen ser especialmente blanquecinos y me molesta especialmente ese resplandor que lanza el cielo como si Dios estuviera fregando con cera luminosa y lanzando destellos cegadores a los mortales de a pie.
Son de gran ayuda, si tu interlocutor es un tostonazo. Esos cristales tornasolados evitan ver que se te están cerrando los ojos y que su charla te está pareciendo pesada y más larga que una entrevista de nuestro querido Hermida.
Ideales si mientes como una bellaca. Se trata de sonreír mientras lanzas el mensaje, nadie verá que acabas de poner los ojos en blanco sólo de pensar la barbaridad que acabas de soltar.
Las uso para posar en cualquier photocall o fiesta. Las gafas de sol te dan ese je-ne-sais-quoi que te hacen parecer más atractiva, interesante, misteriosa e inaccesible. Ese punto femme fatale que esconde su mirada felina tras unos cristales ahumados y que promete fulminarte con sus pupilas si decidiera quitárselas.
#misteriosa #atractiva #interesante #quiendijoojeras?
Así que no lo hagas. El mundo no necesita ver las ojeras negruzcas que gastas después de tres noches de insomnio, las bolsas de retención de líquidos que van bajando hacia el moflete y evita también mostrar los ojos de panda que te ha dejado el iluminador.
Lo mismo se aplica para el sexo masculino. Cualquier hombre (sí, cualquiera, sin excepción) está más atractivo con gafas de sol.
De lejos parece que te esté mirando, a pesar de que su vista no está yendo más allá del cenicero de la mesa, y de cerca tiene un aire turbador de posible empotrador en potencia que en la gran mayoría de los casos echa a perder en cuanto decide prescindir de tan fantástico complemento.
#OMG #siempreconlasgafaspuestasporfavor #sobretodotuPitbull
¡Oh, desilusión! Hombres del mundo que queréis conquistar: Gafas de sol siempre. Ya os las quitaréis cuando la presa esté cazada.
Pues ya veis, todo ventajas. Será por eso que han pasado a ser un complemento de primera necesidad. No importa que no tengas leche o huevos en la nevera: lo importante es que tengas unas gafas de sol con las que salir al mundo.
Hagas lo que hagas, ¡ponte bragas gafas!
Ni yoooo!!!!
Ahora tengo web, puedes subscribirte!
Un beso
Mercè
FET.
Me llamó la atención el título de tu post porque mi blog se llama así jaja y estoy totalmente de acuerdo contigo!!!
Ostras!!Que gracia!! No pretendía para nada copiarte, eh? Solo que yo allí dónde vaya, mis gafas de sol van primero. jajaja. besazo.