No es porque sea un poco gruñona, que igual sí. O un poco bruja, que también. O que gaste poca paciencia, súmaselo. O que quizás hay algunas ‘cositas’ que me ponen muy nerviosa y disparan mi brote psicótico-quiero-arrancar-cabezas, venga, también.
Pero estaréis de acuerdo conmigo que todos tenemos ciertas, digámosle ‘manías’, que hacen que se dispare la psicópata que todas llevamos dentro y que hay veces que necesita salir fuera. El caso es que tampoco son situaciones críticas sino ‘molestias’ innecesarios. Ahí va mi Top five.
Las ‘llena botellitas’:
Me sabe fatal decirlo, que conste, pero hasta ahora solo me ha pasado con mujeres. Salir de la clase de tonificación con la lengua fuera, sudada como un pollo y con más sed que una lagartija al sol para encontrarme a la típica que está llenando la botellita de agua en la fuente del gimnasio.
Esa espera es interminable, aunque la botellita solo es de 33 cl. La miro con cara de asesina múltiple y ella pone cara de ‘no, si ya acabo’.
No, maja tú aún no has entrado a sudar la gota gorda así que haberte traído la botella llena de casa que yo ya he salido de clase y necesito el agua más que tú. ¡Lárgate o te traigo un pozo y te empujo dentro! #hedicho
Las ‘dependientas-ejemplo’:
Entro en una tienda y me pruebo una americana de algodón que me encanta pero que me queda pequeña. Y la dependienta, toda decidida, me dice: ‘Yo la tengo y soy más grandota que tú’. Ya querida, me parece estupendo, pero a mí sigue estándome pequeña. ‘Y piensa que yo soy más ancha que tú de espalda’– insiste ella.
Me la quito y se la entrego. Y me muerdo la lengua y me enveneno por no decirle: A mí como si quieres usarla de camisa de fuerza, como si tiene que venir el cuerpo de bomberos a sacarte de ella por la noche, como si se funde contigo como una segunda piel y te conviertes en la mujer-americana del Cirque du Soleil.
Yo-no-llevo-ropa-que-no-me-viene. #nnovalelapenagastaroxigenoparaqueloentienda
Los perros atados a la puerta de una tienda solitos:
Sábado por la mañana, me siento en una terracita a hacer un café. En la frutería de al lado un perro atado a una farola esperando a que su dueña cargue de plátanos y alcachofas. Ese perro ladrando como si no hubiera un mañana.
Se nota que el canino ve la televisión en casa y desde que vio el anuncio de ‘Él nunca lo haría’ no ha conseguido remontar. Así que, para que su dueña no se vaya a olvidar de él, ahí está gritando a todo meter.
La dueña no lo sé, pero todos los que estamos en la terraza no nos vamos a olvidar de él, fijo. Y a esto súmale cuando pasa otro perro que aún vocifera más para llamar la atención, se arma la de Dios.
Y yo, que buscaba un poco de paz en ese café matutino, para un día que no tengo que madrugar, acabo quemándome la lengua y acelerando para irme del lugar pitando. #piernasparaqueosquiero #dinoalosladridosmatutinos
La gente que habla-vocifera en el tren a gritos:
Una cosa es coger el teléfono para llamar a alguien y decir: “Me quedan 10 minutos” “Estoy en tal estación”. Y otra muy diferente llamar a tu compañero de instituto y ponerte al día de los últimos 15 años. La flapa que te cae no tiene nombre.
Se va animando, animando, gesticula, se echa para delante, para detrás. Nos enteramos todos de que Juan se ha separado, que la pava de Silvia ha pillado un ricachón, que Marian ha adoptado dos niños y que Raúl ha abierto un taller mecánico. Muy bien, muy bien. ¿Y a mí qué?
La señora de enfrente me mira, saliva para adentro y ahueca para afuera a la primera que se libera otro asiento. Di no a hacer partícipe de tu vida a los ferrocient@s con los que compartes vagón. #nonosinteresadeverdad
Y luego están aquellas personas que comen en el tren:
Sí, es que cojo mucho el tren. Se traen un tupper digno de restaurante con mantel. Una cosa es comerte unas galletas o un pastelito a modo de tentempié o un bocadillo en un momento de prisa.
Pero sacar un tupper de albóndigas con tomate y casi pretender mojar pan es un despropósito. El olor se expande y los compañeros de los asientos contiguos pasamos nuestro trayecto poniendo a prueba nuestros sentidos.
Viendo al pavo salivar de gusto, oyendo como mastica y gesticula, a la par que se le caen las migas por toda la pechera. Es muy desagradable cerrar los ojos con el ánimo de echar una cabecita reparadora y que alguien te esté masticando en el oído. #eneltrensolotentempiesplease.
Y hasta aquí. Lo dejo en el Top Five, porque si sigo podría hacer los 40 Principales.
Compañeros y compañeras que al igual que yo, no-sois-gente…
¿Qué os saca a vosotros de vuestras casillas?
Lo del tren da para mucho, tienes que dedicarle un post entero!
Besazooooooos
Mercè
YESSSSSSSSSSSSSS…gente que piensa que el tren es su segunda casaaaaaaaaa….los veo con un camping gas haciendose una paella entre estación y estación.