“Creo que le gusto al señor que me da ‘la paz’ en la iglesia del banco de delante”.
Así, tal cual, nos soltó mi suegra en la comida del domingo. Anonadados todos. Eso es seguridad aplastante y lo demás son tonterías. Fue pronunciarse y lanzarnos todos en barrena a quitarle la ilusión. Y es que parece que cuesta entender eso de que el amor aparezca hasta en los bancos de misa y a edades impertinentes. Pero a mi suegra, que es un fenómeno (ya os lo conté AQUÍ), no se la amedrenta fácilmente.
- Pero Antonia, ¿usted cree?
- Sí, sí, lo noto en la forma que me da la mano. Que la tiene media hora. Que parezco Rajoy cuando se hace la foto con alguien importante y se están ahí un rato, dale que te pego, para los periodistas.
- Pero, ¿no será que tiene Parkinson?
- Que no, que no. Que me hace ‘ojitos’.
- ¿No tendrá un tic?
- Jolín. Que no. Que me ve y suda enterito y se pone nervioso.
- Pero igual es que tiene algún problema fisiológico.
- Pero… ¡qué poco me entendéis! Que no. Que lo sé. Que le gusto. Que cada semana se pone en el banco de delante en la iglesia.
- ¿No será casualidad?
- ¡Un año hace!
#ComoLosPilleElCuraLosAmonestaFijo
¡Madre del amor! Si esto no es flirtear que venga Dios y lo vea, nunca mejor dicho, aunque en este caso no hace falta porque Dios ya lo debe ver desde el altar. Pero darse 365 días de margen para corroborar el tema a según qué edades me parece un desperdicio.
- Pero… ¿ha pensado en decirle algo?
- Pues eso os quería preguntar, ¿que cómo rompo el hielo? Que él no se acaba de decidir…
Claro. Aquí se nota claramente el salto generacional, porque esto lo arreglábamos nosotros con cuatro whatsapps de marras, a ver si subía el tono de la conversación.
¡Dios! ¿Pero qué se dice ahora para ligar en la vida real? ¿Qué?
Pero claro, así, de la nada, sin discoteca de por medio, sin gin-tonic que te envalentone… pues claro, que la entiendo. Que a las 7 de la tarde y solo con un café y unas rosquillas en el cuerpo… pues estas cosas cuestan.
- ¿Y si le pregunto la hora?
- Hombre Antonia, pues si se ven a la entrada de la iglesia y va usted a misa de 7, pues es que igual son las 7. Está claro.
- ¿Y si cuando acabe la misa, le pregunto qué le ha parecido el discurso del Capellán?
- Hombre, pues para eso tendría que estar usted muy atenta, analizar el mensaje de ese día, sacarle un poco de jugo…
- Calla, calla. Imposible. Que yo voy a misa con la Amparo que no deja de hablarme todo el rato. Ni concentrarme puedo. Suerte que el padre nuestro lo llevo rodado. ¿Y si le pregunto a qué hora pasa el bus?
- Pues es que igual la acompaña a la parada. Que usted vive a dos minutos caminando de la iglesia.
- Es verdad.
El caso es que viendo la intensidad del tema y que iba en serio, nos pusimos todos a discurrir cómo podía hacerlo. Y ella a pensar qué iba a ponerse el siguiente sábado.
No me diréis que no mola descubrir que el ‘flirteo’ es igual a todas las edades. Revoluciona. Altera. Pero es que aún es más difícil… ¡el flirteo 1.0! O sea, la vida real.
¡Dios! ¿Qué haríamos nosotros ahora sin whatsapp? ¿Sin Facebook? Sin el “qué guapa te veo hoy” por Instagram. Imaginaros que tuviéramos que ligar a la salida de una biblioteca. Yo no sabría ni qué decir, porque claro, vía internet somos todos muy valientes, pero en vivo y en directo nos entraría el ‘acojone’, fijo.
Con whatsapp, la cosa iría más o menos así:
Pero como ninguno de los dos tiene redes, pues van a tenerle que echar un par de carajillos al tema. Y, si me apuras, un chinchón.
Yo, que soy súper fan de mi suegra, sé que se va a salir con la suya. Y el señor interesado no se va a aburrir nunca más en su vida, porque me queda claro que mi suegra, además de ser un personaje, tiene una creatividad sin límites y si se pusiera a escribir un blog me barrería de la blogosfera en un plis.
Deseando saber cómo continua la historia. Pero como esto no es Netflix, próximo episodio en la comida dominical.
Feliz de ver que nuestros mayores disfrutan de su vida a todas las edades. Yo también quiero ser así de vivaracha a su edad. Firmo.
#YoNoSoyGente #VosotrosTampoco #YMiSuegraMuchomenos
Por favor Alicia, quiero el próximo capítulo. Necesito saber cómo avanza la historia, intrigada me dejas.
Estoy en ello querida Diana, pero mi suegra no suelta prenda. Lleva un par de semanas haciéndose la interesante… jajajaja.
me ha encantado, ligar en vivo y en directo, yo ya no sabría y eso que tuve que hacerlo en mis años adolescentes que no olvidemos que las redes son de hace cero coma y que los que somos de taitantos nos tuvimos que buscar la vida como los abueletes, y qué difícil era señor, y cuántas oportunidades perdidas, no lo quiero pensar, siempre digo que me encanta haber vivido y saber lo que se, que no volvería atrás salvo para tener smartphone, jaaaaa. Muaaa
Pd. A ti no te barre de la blogosfera naaaadieeeee, vale? jaa
jajaja. ¡Cuanta razón Lula! ¡Cuantas oportunidades perdidas! Yo no sé si quiero ir hacía atrás o hacía adelante, pero vaya donde vaya ¡siempre con mi Smartphone!!!!