Érase que se era un domingo por la tarde en que mi santo marido y yo sentados frente a frente en el comedor de casa y tocándose las tapas de nuestros portátiles nos disponíamos a organizar las vacaciones para este año.

Solíamos dedicar una de las habitaciones del piso a “estudio”, pero éste ha mutado al comedor como si tuviera vida propia, ya que así puedes teclear, tener el móvil al lado, ver la tele y cenar al mismo tiempo.

Con este nuevo multitasking way of life, no hay quien se libre de hacer más de dos cosas a la vez, tengas las neuronas que tengas y las capacidades que Dios te dio antes de darte el empujón y tirarte para la tierra.

De cómo algo como organizar las vacaciones que a priori suena placentero, agradable y que debe despertar cierta dosis de alegría y buenrollismo en general se tuerce y se convierte en un sinvivir del tipo  qué-me-estas-contando, pero-tú-te-crees-que-somos-ricos y con-tu-madre-yo-no-voy es un misterio grande grande y sin resolver. Empieza uno risueño y acaba mosqueado. Telita.

El tema pasa por varias fases, iniciándose con el saber de qué días dispones. Ponerse de acuerdo entre varias personas es más difícil que organizar los asientos de una boda.

Problemas de toda índole por ambos lados: que si donde trabajo cierran, que si coordinación con los compañeros, que si ya las ha pedido no-sé-quién.

Vamos, que en realidad uno nunca hace las vacaciones que quiere, sino las que puede o le dejan.

Sean los días que sean, son pocos. 30 días versus 365 días, se ve injusto lo mires por donde lo mires. ¿Qué me estás contando? Si el trabajo dignifica son las vacaciones las que nos hacen persona, o si no…

¿Por qué estamos todos que morderíamos la yugular de nuestro compañero de curro cuando se acerca Agosto? (Vale, hay compañeros a los que se la morderías todo el año!)

Y luego está escoger destino, que va unido irremediablemente al presupuesto.

Nosotros queríamos ir al Caribe, porque allí sí que tienes el caloret garantizado. Playas cristalinas, ron, agua de coco y merengue a saco.

Todo y que a mí el Caribe me estresa. Sí, sí. Yo esa parsimonia que gasta la gente a todas horas, ese vivir sin prisa, ese ahorita, me exalta.

Para alguien como yo que oye el pi-piii del metro cerrando puertas y aún se tira escaleras  abajo a ver si lo pilla, esa calma chicha me mata.

Vamos, me pido un cocktail y en lo que preparan el hielito, lo pican, lo adornan con una cereza, ya he saltado al otro lado del mostrador y me lo estoy haciendo
yo.

Yo no puedo desestresarme en una semana y llegar a un nivel de disfrutar del slow-motion que allí se gasta.

#yoenelcaribemecortolasvenas

New York, dice mi marido. Mola. Pero es mucho asfalto y yo al día tres se me caen los pies y no puedo dar ni un paso. Vaya por delante que la única vez que he estado en NY hice Manhattan de punta a punta.

Ser un ansia viva y estar en una gran ciudad no es una gran combinación. #ansiasvivasquemuerensobreelasfalto

Thailandia, digo yo en un arrebato. Mientras recuerdo la segunda parte del Diario de Bridget Jones y me veo tomando cocktails con mi kaftan volando al viento por esas playas paradisiacas.

Y esas noches sentada en la arena tomando cava y ostras con dos antorchas encendidas… pero a mi marido no le va Asia y voy muy justa para cambiar de marido así que decido que entre que encuentro un marido más aventurero o no, Asia no va a ser el destino. #Asiapuedeesperar

¡25 días de crucero! – grita él. Y acto seguido me empieza a cantar una a una todas las paradas que hace el barquito de marras.

Yo lo miro impertérrita con la mandíbula tocando el teclado mientras se me hace la boca agua y babeo imaginándome en la cena de gala, en la cena del capitán, en cubierta con mi melena al viento y ya oigo sonar de fondo “Love is in the air”, mientras las imágenes de “Love Boat” inundan mi mente.

Recuerdo a Isaac el camarero africano con su camisa llena de loros ofreciéndome un San Francisco y sonriéndome con esa caja de dientes blancos que para mí la quisiera y yo le sonrío a él y huele a mar… #yoquierovacacionesenelmar #ylacajadedientesdeIsaactambién

¡6000 euros! ¿Pero están locos? – grita mi marido. Se me empañan los ojos, no sé si de la desilusión o que casi sentía que me estaba entrando la sal marina.

Estoy harta de repetir lo mismo: ¡Señor, quítame imaginación o dame pasta! Te aviso desde ya que este mix que hiciste no tiene resultado alguno, pobre y fantasiosa sólo causa fustración. #señorparaquesoñarsinopodergastar

¿Y Menorca? Acuérdate que nos encantó – dice mi marido. Es verdad, molaba mogollón darle al pirriaque sin freno, pomada de la buena y tirarse del  catamarán como foca aplaudiéndose.

Mañanas de buceo y tardes de paseíto. Lo que pasa es que ahora que ya no buceo
pues va a ser que no es lo mismo. Colgué las botellas el día que me di cuenta que mi carácter hiperactivo no iba a ser compatible jamás con el relax que piden los fondos marinos.

En otras palabras: que veía un pez y me bebía la botella como si fuera Martini. Y ese fue el fin. #elfondomarinonoeslomio #necesitotirarmecontresbotellas

¿Y si volvemos al pueblo? A nuestra Carboneras querida. No fastidies, cuatro horas dando vueltas por el mundo Facundo para acabar eligiendo el destino de siempre.

Pero es que a mí lo que me gusta es caminar en chanclas por todo el pueblo, saludar a la señora del chiringuito que ya me guarda mesa para las 10 sin que se lo pida y desconectarme de mí misma. Hacer el turismo justo desde el hotel al bar de playa y que la excursión facultativa sea a comprarme un canasto en el pueblo de al lado. Eso sí son vacaciones.

Decidido: nos vamos al pueblo. Sí, pero después de un estudio exhaustivo, que eso siempre te deja regustillo de haberlo meditado y satisfacción de haber escogido la mejor opción. Y además así ya te puedes concentrar en empezar a ahorrar para gastártelo en vinitos mientras ves el atardecer cayendo en Agua Amarga.

Oh My God! Empieza la verdadera cuenta atrás…ahorrando cada durito para las ansiadas Holidays, que diría Madonna y visualizándome cual sirenita on the beach.

Mientras tanto sigo dignificándome cada día desde las 6 de la mañana...

Y, ¿vosotr@s? ¿Habéis decidido destino? Contar, contar…

Y hoy tenéis post en mi otro blog: Cuidatuimagen, AQUÍ

GALA se ENGALANA: ¿Nos gusta Gala González?